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Actualizado: 15 de octubre de 2025


Hexe-Baizel se había vuelto rápidamente, como una comadreja sorprendida en acecho, sacudiendo la cabellera roja y lanzando chispas por los ojos; pero se tranquilizó en seguida y exclamó secamente, como si se hablara a misma: ¡Hullin... el almadreñero! ¿Qué se le habrá perdido por aquí? Vengo a ver a mi amigo Marcos, señora Hexe-Baizel respondió Juan Claudio ; tenemos que hablar de negocios.

Centenares de casitas ambulantes, sobre ruedas, tiradas por caballos en las horas de baños, yacen allí á disposicion de los amigos de la hidroterapia; y multitud de gentes, particularmente mujeres y niños, vagan por el ancho cascajal, recogiendo conchas, plantas ó piedras curiosas, ó retozando con las olas de la marea que sube sacudiendo sus crespos torrentes espumosos, que parecen inmensas serpientes de plata enroscadas en interminable sucesion.

El canto iba acompañado de golpes sordos, iguales á los que producen las manos sacudiendo y ahuecando algo blando y voluminoso. Miguel creyó reconocer la voz de Alicia. Tosió varias veces sin resultado; no podía oirle.

Al fin Reynoso la cortó jocosamente advirtiendo que les esperaba el almuerzo. Núñez se despidió. Durante el almuerzo Tristán se mostró tan taciturno que Clara, sorprendida y dolorosamente impresionada, no apartaba de él los ojos. Reynoso y Elena se dirigían miradas furtivas, sonriendo unas veces, otras sacudiendo la cabeza con señales de enfado.

Creyó haber oído un ¡ay! de Bringas; pero debió de ser ilusión suya, pues el santo varón parecía muy tranquilo, y su mesurado aliento indicaba que al fin se había dormido de veras. «¡Torres... el dinero! pensó Rosalía sacudiendo la cabeza para ahuyentar aquella idea, como si esta fuera un moscón que se le posara en la frente . ¡Y en qué circunstancias, Dios mío!...».

Las de Consejero y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque éste, hombre de buena pasta, flemático, concluía por callarse alzando los hombros con resignación y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en señal de muda protesta. Las que se eternizaban eran las de Consejero con D. Martín, siendo ambos a cual más irascible y tozudo.

Tembló de pies a cabeza y le faltó la respiración como si hubiese recibido un golpe formidable. Después, sacudiendo con fuerza la cabeza para arrojar la idea que acababa de producirle tan violenta emoción, prosiguió, vacilante, su marcha. «No, ello no era posible... Lo hubiera sabido... Miguelina, después de su separación, no le hubiera dejado ignorar una cosa semejante...»

Luego, abriendo del todo el postigo y sacudiendo la mano con impaciencia: Presto, presto agregó; cruce vuesa merced el patio y el huerto, y suba a la torre. Cuando Ramiro se halló en lo alto del cubo, desde cuya plataforma había visto atardecer siendo niño, en compañía del enano, apoyó su espalda contra las almenas y se puso a esperar.

Debió asustarle aquella cara angulosa y pálida, con una blancura de papel mascado; le causó miedo la extraña vestidura de pielroja y huyó, sacudiendo sus plumas como para librarse del vaho de sepultura y lana podrida que exhalaba la reja. El único rumor de vida era el de los compañeros de cárcel que paseaban por el patio.

Mas de pronto, y cuando se había dado orden para la cena, sonaron fuertes aldabonazos en la puerta; fui a abrir corriendo, y era él. Antes de abrirle, mi odio le había conocido. Aún me parece que le estoy viendo, cuando se presentó delante de , sacudiendo su capa, mojada por la lluvia. Siempre que le traigo a la memoria, se me representa como le vi en aquella ocasión.

Palabra del Dia

quebrantadísimo

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