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Actualizado: 15 de julio de 2025


¡Soltáme! ¡dejáme! gritó sacudiendo la pierna. Pero fué atraída. ¡Mamá! ¡Ay, mamá! ¡Mamá, papá! lloró imperiosamente. Trató aún de sujetarse del borde, pero sintióse arrancada y cayó. Mamá, ¡ay! Ma... No pudo gritar más.

Al frente, hácia el poniente, se extiende el Atlántico, brillante, agitado, mugiente, inmenso y lleno de majestad y misterio...el mar con toda su fascinación, con sus reflejos inasibles, con su movilidad eterna, y sacudiendo su lomo de escamas luminosas, como un dragon enfurecido por la resistencia de las rocas que quisiera devorar ó pulverizar.

Adelantó mucho el hocico, igual que si fuese a catar alguna golosina, y tocó la frente y los ojos de la pequeña.... Después desenvolvió lentamente los pliegues del mantón, y descubrió las piernas, calentitas como chicharrones, que apenas se vieron libres del envoltorio comenzaron a bailar, sacudiendo sus favoritas patadas de júbilo.

Solos quedaron jumento y Rocinante, Sancho y Don Quijote; el jumento, cabizbajo y pensativo, sacudiendo de cuando en cuando las orejas, pensando que aún no había cesado la borrasca de las piedras, que le perseguían los oídos; Rocinante, tendido junto a su amo, que también vino al suelo de otra pedrada; Sancho, en pelota y temeroso de la Santa Hermandad; don Quijote, mohinísimo de verse tan malparado por los mismos a quien tanto bien había hecho.

Amparo hizo un movimiento de cabeza que bien podía traducirse así: No se vaya usted de ningún modo. Me tratas tan mal.... ¿Usted qué quiere que haga? Que te portes mejor.... Pues hablemos claros exclamó ella sacudiendo su marasmo y apoyándose en el brocal del pozo.

¡Locuras, señor, locuras! rugió el Provisor sacudiendo la cabeza. ¡Pero Fermo, es un alma que se pierde!... No hay que salir de aquí... Ir... el Obispo... a un hereje contumaz..., absurdo.... Por lo mismo, Fermo... ¡Bueno! ¡bueno!

Así que lo cortaron, después de tenerlo algunos días en la vega en pequeñas pirámides que llaman cucas, lo acarrearon á las casas. Reinaba en la aldea gran animación. Chillaban los carros por los caminos; derramábase la gente por las eras; cantaban los mozos en los castañares sacudiendo con sus varas largas el erizado fruto; ahumaban los hogares.

El mozo se quitó la montera, y, sacudiendo la cabeza a una y a otra parte, se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos, que pudieran los del sol tenerles envidia.

El sacristán, ayudado de tres monagos, las dos demandaderas de convento y un marica de la población, célebre por su pericia en vestir los santos, armaban un trajín insoportable sacudiendo con zorros y plumeros los retablos de los altares.

Había perdido la costumbre de trasnochar, y como no quería volver a su casa, buscaba los cuartos sin luz, dormitando en un diván. Si llegaba una visita y había que encender luz, Maltrana era despertado como un perro, y sacudiendo las aletas del abrigo pasaba a otro cuarto o se iba a la calle, procurando terminar el sueño en la casa de algún amigo. Apenas comía.

Palabra del Dia

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