Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de junio de 2025
Las dos puertas del balcón se abrieron sin ruido. El aire de la noche entró en la casa sin despertar a la bella dormida. El duque echó una pierna por encima de los hierros y se deslizó en la habitación. La alegría y el miedo le hacían temblar como un árbol sacudido por el viento. Vacilante, iba adelantando sin atreverse a apoyarse en los muebles.
Raguet y Catalina se miraron pálidos de terror; la puerta se abrió... Ante la vacilante luz de la bujía vieron un demonio inmenso que se adelantaba lentamente sobre sus dos patazas, con los ojos fosforescentes de cólera... Era Cónsul, el mono chimpancé. Al apercibir los gritos de Catalina había sacudido con tal fuerza la puerta de su jaula, que había cedido... ¡Venía a socorrer a su ama!
No sentía deseos de hablar, pero al ver de cerca los ojos de ella, rompió el dulce silencio. ¡Tú has llorado! La mujer protestó con una sonrisa violenta, al mismo tiempo que palidecía balbuceando excusas. No; tal vez era el polvo sacudido por la limpieza ó el esfuerzo de su trabajo. Pero él seguía examinando sus ojos, ligeramente enrojecidos.
Yolanda se alza lentamente, con las mejillas húmedas, los ojos enrojecidos, el cuerpo sacudido siempre por los sollozos. Dale la mano a tu marido. No hay más remedio. Perfectamente amable ese «no hay más remedio». Y Yolanda me tiende la mano, que yo llevo respetuosamente a los labios. ¿Ha visto a mi marido, Jorge?... pregunta mi suegra. Respondo que sí.
Pero no fué así, porque el cielo, que para otras cosas que él sabe me debe de tener guardado, hizo que las piernas y brazos del poderoso caballo resistiesen el golpe, sin recebir yo otro daño que haberme sacudido de sí el caballo y echado a rodar, resbalando por gran espacio.
De la tierra del padre Hidalgo, el cura heroico, pasó a principios de 1877, a Guatemala, deteniéndose antes en La Habana, a recoger unas cartas de presentación para distintas personalidades del Gobierno de aquella República. Allí, apenas sacudido el polvo del camino, fue nombrado Catedrático de Derecho Político, y Director de la Revista Guatemalteca.
Los grupos de campesinos, las familias de la ciudad precedidas de su prole, las parejas de soldados, se consultaban y dudaban al avanzar una mano sobre la pileta con cierta vacilación. Al fin tocaban el trapo viviente del fondo, la carne gelatinosa del pez-torpedo, recibiendo una serie de descargas eléctricas que les hacían soltar la presa, riendo y llevándose la otra mano al brazo sacudido.
La carta de sor Ana, parecía decir la última palabra sobre la suerte de la Condesa. Lo que engañó a la justicia fue que cuando yo la maté se hallaba verdaderamente decidida a darse la muerte. Voy a decir a usted cómo la maté... Vérod temblaba como sacudido por la fiebre. Voy a referir a usted mi infamia: éste será el principio del castigo. Nunca conocí lo que valía.
Mientras su padre no se marchaba, el miedo a un pasagonzalo sacudido con el cargador la tenía quieta ensartando y colocando barquillos; pero apenas el viejo se terciaba la correa del tubo, sentía Amparo en las piernas un hormigueo, un bullir de la sangre, una impaciencia como si le naciesen alas a miles en los talones. La calle era su paraíso.
Pero cuando la naturaleza ha acabado por separar el desastre, los sitios más agradables de la montaña son precisamente aquellos en que lo escarpado se ha sacudido para llenar de rocas su base.
Palabra del Dia
Otros Mirando