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Actualizado: 17 de julio de 2025
¡Pues qué es usted.... Dios mío! Y Lucía cruzó acongojada las manos. Lo que el Padre Urtazu llamaría... un incrédulo. ¡Ah! gritó ella con ímpetu . El Padre Urtazu diría que son unos malvados los incrédulos todos. Pudiera añadir el Padre Urtazu que todavía son más infelices. Es verdad replicó Lucía trémula aún, como arbusto sacudido por el cierzo . Es verdad: todavía más infelices.
¿Cómo queréis que haya libertad decía, si unos cuantos se erigen en sacerdotes exclusivos de ella, cuando ese gran sacerdocio á todos nos corresponde y no es patrimonio de ninguna clase? Pasó el monopolio de la riqueza, de la ilustración, del predominio y de la influencia, ¿Hemos de consentir ahora el monopolio de las ideas? Mil veces peor es este absolutismo que el que hemos sacudido.
Llamó, pues, un día á doce de los más fervorosos cristianos, y de igual ánimo en los peligros, y con gran copia de razones les exhortó á que quisiesen ser sus compañeros en aquella empresa, diciéndoles que en el cielo les daría Dios el galardón de lo que por su amor padeciesen; que debían procurar el bien de los otros y moverse á compasión de tantas almas oprimidas de la tiranía del demonio, de quien ellos, por la misericordia divina, habían sacudido el yugo; que no se espantasen de los trabajos y riesgos que se les ofrecían porque corría por cuenta del cielo el librarlos de ellos; fuera de que él sería el primero en exponerse á los peligros y ellos en su seguimiento vendrían pisando sus huellas; él tantearía primero los vados de los ríos, se arrojaría por los pantanos, echaría mano del hacha, y si osasen acometerlos los bárbaros, él se ofrecería á servirles de escudo.
Es secreto agregó que a ti mismo se te asconde. Nombrole a Beatriz y díjole los pormenores de su desengaño y los sentimientos indiscernibles que se movían en su corazón. El doloroso recuerdo, que él creía inhumado para siempre, aparecía ahora evocado por aquella mujer, extendido, sacudido ante sus ojos, cual emocionante ropaje de otros tiempos.
No hay más que echar la red. El vientre hidrópico de la madre fue sacudido violentamente por un ataque de risa. Los boquerones que allí nadaban, al decir de la monja, debieron pensar que estaban bajo la influencia de un temporal deshecho. También reímos nosotros, y bajamos al manantial.
El espíritu del sietemesino, revuelto desde el fondo a la superficie por la pasión, como un mar sacudido por furioso huracán, se corría, digámoslo así, de una parte a otra, explayándose en toda idea que se le pusiese delante.
Resabios de su educación primera, llena de juicios absurdos y de imaginaciones infantiles. Este hecho insignificante probará hasta qué punto aquel hombre insigne había sacudido de su inteligencia el polvo de las preocupaciones y había avanzado en el camino de la perfección positiva. Una de las cosas que logró dar más luz a sus lóbulos cerebrales fue la compra de un mono. Era el sueño de su vida.
Veían pasar como un desfile fantástico todo el resto del ejército: batallones y más batallones, baterías, tropeles de caballos. Luego, el silencio, la noche, un sueño sobre el polvo y las piedras, sacudido por terribles pesadillas. Al amanecer eran despertados por los pelotones de jinetes que exploraban el terreno recogiendo los residuos de la retirada. ¡Ay! ¡imposible moverse!
No acabaron aun aqui sus tristes vicisitudes: las guerras civiles que han desgarrado posteriormente el seno de nuestra patria han sacudido sobre ella sus funestas alas; y la han cubierto tambien de luto, de dolor, de ruinas.
Conversábamos y charlábamos; sobre todo yo que le contaba los acontecimientos de mi vida, mis pequeñas tristezas, mis ensueños y mis antipatías. ¡Oh, que tarde tan dulce, encantadora y deliciosa! De Couprat trepó a un cerezo, y el árbol violentamente sacudido dejó caer sobre mi toda su carga de lluvia.
Palabra del Dia
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