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Actualizado: 25 de junio de 2025
Apurada la pobre mujer, pasaba los días hincada delante del Santo Bendito, pidiéndole un novio para su hija: en fin, se presentó uno, y no es ponderable la alegría de la madre; pero no duró mucho, porque salió tan malo, y trataba tan mal a su mujer y a su suegra, que esta se fue a la iglesia, y puesta delante del santo, le dijo: San C i-tobalón, Patazas, manazas, cara de cuerno, Tan judío eres tú como mi yerno.
Oculto tras de los cañaverales, el cazador ojea los patos desde el fondo de la barca, de la que sobresalen únicamente la visera de una gorra, el cañón de la escopeta y la cabeza del perro, que olfatea el viento y papa mosquitos, o bien inclina, con sus patazas extendidas, toda la barca sobre una borda llenándola de agua. Esta espera es sumamente complicada para mi inexperiencia.
Raguet y Catalina se miraron pálidos de terror; la puerta se abrió... Ante la vacilante luz de la bujía vieron un demonio inmenso que se adelantaba lentamente sobre sus dos patazas, con los ojos fosforescentes de cólera... Era Cónsul, el mono chimpancé. Al apercibir los gritos de Catalina había sacudido con tal fuerza la puerta de su jaula, que había cedido... ¡Venía a socorrer a su ama!
Si me dieran esta pieza por cárcel, reventaba al tercer día, si es que pasaba el primero; aire, luz y espacio suficiente donde asentar estas patazas y donde recostarse con comodidad; y libertad para moverse, sin el temor de echar una mancha en el cortinaje, o de romper una silla, o de tirar una mesa, y con ella, perniquebrar a alguno de esos personajes de porcelana... ¡Uf! ¡aquí se ahoga el sursum corda!
Palabra del Dia
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