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Creí leer en sus facciones el paso fugitivo de un ligero enternecimiento; pero después, y a medida que se disipaban rápidamente las nubes del síncope, se volvía a encender la malicia de la mirada en sus pupilas todavía turbias, y me dijo en su tono ordinario: ¿Que a quién habéis de querer?... ¡Vaya, vaya! señorita Elena, ¿es usted sincera?... Creí que ese corazoncito era más pronto en conmoverse... y esperaba...

¡Cómo! ¿usted? ¡es usted... señor Magistral!... Un temblor frío, como precursor de un síncope, le corrió por el cuerpo al ex-regente, mientras añadía, procurando una voz serena: ¿A qué debo... a estas horas... la honra...? ¿qué pasa?... ¿Alguna desgracia?... «Pero este hombre ¿no sabe nadase preguntó De Pas que parecía un desenterrado.

Daban ganas de hacerle oler algún fuerte alcaloide para que se despabilase y volviera en de su poético síncope. El tal sauce era irremplazable en una época en que aún no se hacía leña de los árboles del romanticismo. El suelo estaba sembrado de graciosas plantas y flores, que se erguían sobre tallos de diversos tamaños.

Alicia fué extinguiéndose en subdelirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas olas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima.

Dicho esto, le entró una congoja y una convulsioncilla de estas que las mujeres llaman ataque de nervios, por llamarlo de alguna manera, seguida de un espasmo de los que reciben el bonito nombre de síncope. Fue preciso traerle un vasito de agua, desabrocharle el corsé, y no qué más. Pero yo... ¿cómo...? exclamaba Rosalía, mucho después, espantada , ¿cómo puedo yo...? Pidiéndolo a D. Francisco.

Y volviendo a clavarle sus ojos irritados, amenazadores, le gritó con rabia: ¿Qué hace usted ahí plantado? ¡Salga usted inmediatamente! ¡Salga usted! ¡salga usted! repitió con grito cada vez más alto. Pero cuando el indiano retrocedía ya hacia la puerta ella se lanza de pronto fuera, sale disparada por los pasillos y, al llegar cerca de la escalera, cae atacada de un síncope.

¿Por qué no ha llamado usted? Era inútil; no hay más que darle la poción calmante prescripta por el doctor, pero, esta vez, no lo calma nada; tuvo, hace poco, un síncope corto; creo que ahora está un poco mejor. Por prudencia acabo de telefonear al médico. Juan pasaba suavemente por la frente del enfermo un pañuelo mojado en éter.

D. Álvaro Montesinos yacía en la cama, más bien reclinado que extendido, con una pila de almohadas detrás de la espalda; yacía presa de un síncope o ataque de disnea, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sacudido de vez en cuando su mísero tórax por un hipo aciago. No había a su lado más que D.ª Eloisa y una criada.

Pero Ramiro, agitado, convulso, como si fuera a caer presa de un síncope, se puso a correr delante de ellos, gritando: ¡Álvaro, Álvaro! ¡Que entra la z... en tu casa! Dos criadas se asomaron a la escalera y contemplaron con estupor la escena. El viejo no se detuvo en el principal; siguió hasta el segundo, dando los mismos gritos.

Don Mariano fue detenido por todos sus amigos que le habían rodeado; pero viéndose inmediatamente solo, porque todos, advertidos por un grito de Marta, acudieron a socorrer a doña Gertrudis, presa de un síncope, se arrojó también como un relámpago fuera de la sala.