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Actualizado: 25 de junio de 2025
Despues de haber descansado en su aposento en la ALJAFERIA, salió vestido de brocado verde, con ropa rozagante, forrada de armiños. Las mesas, como se ha dicho en el capítulo 5.º, se pusieron en el patio, y en su servicio se emplearon invenciones que no deben pasarse en olvido.
Sobre todo esto, para ir a misa o a cualquier otra ceremonia o visita de cumplido, se pone mi paisano la capa. Sería una falta de decoro, casi un desacato, presentarse sin ella aunque señale el termómetro treinta grados de calor. En efecto, la capa, como toda vestidura talar y rozagante, presta a la persona cierta amplitud, entono y prosopopeya.
Y momentos después, cuando el gaitero y los demás músicos vinieron a reclamar su parva o desayuno, el guiso de intestinos de castrón, hígado y bofes, llamado en el país mataburrillo, ¡cuán digna de su pincel encontraría la escena de rozagante apetito, de expansión del estómago, de carrillos hinchados y tragos de mosto despabilados al vuelo, que allí se representó entre bromas y risotadas!
Esta Pepay era una rozagante moza que pasaba por ser muy amiga de don Custodio: á ella acudían los contratistas, los empleados y los intrigantes cuando algo querían conseguir del célebre concejal.
Después de tanto hacerse esperar llegó el Magistral. Las hijas de Guimarán le llevaron en triunfo junto a su padre. De Pas parecía un santo bajado del cielo; una alegría de arcángel satisfecho brillaba en su rostro hermoso, fuerte en que había reflejos de una juventud de aldeano robusto y fino de facciones; era la juventud de la pasión, rozagante en aquel momento.
Á orillas del Garona veremos después el villorrio de Bazán, donde me detuve tres días á mi regreso de la última campaña; y la culpa fué de las hijas del talabartero del lugar, tres pimpollos á cual más rozagante y á las cuales dí palabra de casamiento. ¿Á las tres? El diablo enredó las cosas de manera que no hubo medio de dejar una ó dos buscando novio.
El aperador había criado a Gaspar y se lo imaginaba siempre, desde que se marchó, rozagante y mofletudo, vistiendo un uniforme nuevo con adornos encarnados. Y al verle de distinto modo, todas sus ideas habían venido a tierra. En tal momento Hullin, alzando la voz, dijo: ¿Y nosotros, Gaspar, nosotros, tus antiguos amigos? ¿Nos vas a dejar en blanco?
Entonces se decidió a casarse; y contra lo que era de esperar de sus devociones y pujos aristocráticos, partió su blasonado lecho con la hija única de un rico ex contratista de carreteras y suministros, rozagante y frescachona, eso sí, pero no tan hermosa, seguramente, como él la pintaba, quizás en su empeño de justificar con la ley irresistible de una pasión desinteresada, una caída desde lo más alto de las cumbres de su vanidad.
Vayan al diablo el Señor y los Reverendos Padres refunfuñó Zalacaín . La verdad es que este rey es un rey ridículo. Esperó Martín a que despachara el Señor con los Reverendos, hasta que el rozagante Borbón, con su aire de hombre bien cebado, salió de la ermita, rodeado de su Estado Mayor. Junto al Pretendiente iba una mujer a caballo, que Martín supuso sería doña Blanca. Ahí está el Rey.
Paco estaba entre Edelmira y Visitación; la Regenta entre Ripamilán y don Álvaro; Obdulia entre el Magistral y Joaquín Orgaz, don Saturnino Bermúdez entre doña Petronila y el capellán de los Vegallana. Don Víctor tenía a su izquierda a don Robustiano Somoza, el rozagante médico de la nobleza, que comía con la servilleta sujeta al cuello con un gracioso nudo.
Palabra del Dia
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