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Actualizado: 23 de julio de 2025


Teresina, a quien esperaba para muy pronto una colocación de señorona allá en cierta administración de bienes del amo, casada con un buen mozo, Teresina la había enterado de lo que ella no había podido observar y adivinar, le había abierto los ojos y llenado la boca de agua; Petra comprendía que la casa del Magistral era el camino más seguro para llegar a casarse y ser señora o poco menos.... La ocasión había llegado; después de la romería de San Pedro creía ella que todo era cuestión de semanas, de esperar una oportunidad; Teresina saldría pronto bien colocada y entraría ella en su puesto.... Pero no fue así; el Magistral no volvió a solicitar a Petra; cuando tuvo que hablarla, no fue para asuntos que a ella directamente le importasen, fue... ¡qué vergüenza! para comprarla como espía.

Pertenecía el Vivero a la parroquia rural de San Pedro de Santianes; Pepe el casero era aquel año factor de la fiesta de la parroquia, y pensaba echar la casa por la ventana, «para no dejar mal al señor Marqués». Anita, en la postdata de su última carta decía al confesor: «El Marqués me ha dicho que piensa invitar a usted a la romería de San Pedro.

Sin ir más lejos, mañana habrá cuestión. ¿No es mañana San Isidro? JOAQUÍN. . ISIDORA. Pues yo deseo ir a la pradera y ver la romería, que nunca he visto, y él se empeña en que no he de ir... Allá veremos. ¡Dios de mi vida, qué tarde! JOAQUÍN. ¿Y cuándo te veré? JOAQUÍN. Abur, chiquilla. Vale infinitamente más que yo. Capítulo VII Flamenca Cytherea

Algunas, no pudiendo resistir la tentación, le tomaban las manos y se las cubrían de besos. Laura, muy conmovida, consiguió á fuerza de trabajos desprenderse de aquel grupo y seguir adelante. Marchaba apoyándose en el brazo de Pedro aspirando con delicia todos los olores y todos los ruidos de la romería, parándose á cada instante y fijando su atención en cuanto la rodeaba.

Salvaron casi todo el valle caminando por una de las laderas. Á la mitad de él próximamente sintieron el lejano y débil repiqueteo del tambor. Algo más adelante percibieron un murmullo ó rumor vago y confuso que despierta siempre dulce emoción en los que asisten á esta clase de regocijos. La romería estaba cerca.

Y descuidadamente, sin pensar que los de Entralgo iban á necesitar pronto de tu invencible brazo, te entretuviste alegremente narrando amores y combates. En vano te dijeron: «Bartolo, parece que hay palos en la romería». no hiciste caso, acostumbrado como estabas á despreciar los peligros, y enardecido por la plática y la sidra seguiste relatando la historia maravillosa de tus hazañas.

Adiós, adiós, dormir bien dijo Ana, detrás de las vidrieras; y cerró las contraventanas de golpe y corrió el pestillo. Como la romería de San Pedro hubo muchas durante el mes de julio por los alrededores del Vivero. A casi todas asistieron los Marqueses y sus amigos.

Acordaos de la romería del Obellayo cuando estos pobretes corrían delante de nosotros como una manada de carneros. Acordaos de ayer noche cuando á estacazo limpio los metimos en sus casas y los dejamos acurrucados en la cocina debajo de las sayas de sus madres y hermanas. Si sois hombres y sabéis tener el palo, no tardarán mucho tiempo en volver el culo. ¡Arrea, Lázaro! ¡Arrea, Firmo!

A todas estas preguntas, que le hicimos no hubo alguno que nos respondiese otra cosa sino que aquella peregrina era una señora principal y rica de Castilla la Vieja, y que porque había algunos meses que estaba enferma de hidropesía, había ofrecido de ir a Nuestra Señora de Guadalupe en romería, por la cual promesa iba en aquel hábito.

Creo que es porque hoy llega un señor a casa de don Rosendo... y como la carretera atraviesa la romería... Ah, , el duque de Tornos... ¿Pero qué tiene que ver?... ¡Vamos, están locos!... Mira, déjame un momento; voy a vestirme, y veré a Maza. Creo que lo arreglaremos. Déjame.

Palabra del Dia

buque

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