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Actualizado: 27 de julio de 2025


Y mientras en las provincias se organizaba y preparaba una guerra feroz y sangrienta, en Madrid, políticos y oradores se dedicaban con fruición a los bellos ejercicios de la retórica. Un día de Mayo fueron Martín, Capistun y Bautista a Vera. La señora de Ohando tenía una casa en el barrio de Alzate y había ido a pasar allí una temporada.

Miraba fijamente hácia un punto, miraba sin pestañear, como miran las momias ó los esqueletos. Esto quiere decir que no miraba á ninguna parte, lo cual quiere decir tambien que una idea poderosa tenia embargada su imaginacion. Hay ciertas pasiones que, sin quitarnos el movimiento, nos ponen enteramente paralíticos. Estirando mucho la retórica, tal vez podria decirse que son parálisis del corazon.

No sólo se le exime del lenguaje rítmico, sino de aquellas otras trabas con que la retórica dogmática ha atormentado hasta ahora á los poetas épicos y líricos. La novela, en su esencia, rechaza toda definición: es lo que el novelista quiere que sea.

Mientras Cristeta leía la carta, se le cayó al suelo el talón contra el Banco. Llenósele el alma de tristeza, y lloró silenciosamente. No existen palabras con que expresar su pena. La prosa vulgar y llana sería pálida; la retórica, falsa e insufrible. No hay vocablo que idea de lo amarga que es una lágrima, ni giro que refleje el desconsuelo que se enseñorea del corazón desposeído de esperanza.

La medicina, en el fondo, es una retórica científica, el arte de poner palabras nuevas a enfermedades viejas. Y en tal sentido da gusto oir a Pulido. Está al cabo de todas las palabras nuevas que inventa la ciencia. Antiguamente la medicina se limitaba al conocimiento de algunas yerbas para curar heridas y contener la efusión de sangre.

Y el émulo de Cicerón y de M. Dupín, envanecido por la impresión que su dialéctica y su retórica parecían producir en el ánimo de su interlocutor, prosiguió diciendo: En primer lugar, mi traición a Magdalena no era tan grave como parecía, puesto que el objeto de mi nuevo amor era una persona que había vivido siempre a su lado, una amiga, prima, hermana pudiéramos decir, en quien me parece continuar mis pristinos amores, pues me retrata constantemente a Magdalena en sus gestos, en sus palabras.

Nos hundíamos, olvidados de todo; y si no estuviera mandado que lo cómico no acabe en trágico, en buena retórica, en aquel montón inquieto hubieran encontrado sepultura Álvaro y Ramona sofocados por uno de nuestros más humildes cereales». Aplausos y carcajadas ahogaron la voz del narrador.

Y entonces las frases frías, desmadejadas, con que el Magistral recomendaba el perdón, el olvido, le sonaban a hueco, a retórica vana: «Aquel santo varón no sabía lo que era un ultraje de aquella especie; ni lo que exigía la sociedad».

Era una respuesta aplastante, en efecto, a la crítica de Leporello nutrida de sana doctrina retórica y adornada con todos los recursos que proporciona al discurso la ortografía española; signos de admiración, interrogantes, puntos suspensivos, paréntesis, etc., etc. Tristán, muy caviloso, apenas le escuchaba.

El tono en que había pronunciado aquellas palabras, la mirada de que habían ido acompañadas, y, más que todo, la naturaleza del hombre que se atrevía a soltar tamaño insulto, hirieron como una saeta la dignidad del joven preceptor. La retórica que mejor convence a esta clase de animales, es un golpe.

Palabra del Dia

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