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Actualizado: 12 de mayo de 2025
El lenguaje de la música es vago; las ofensas que puede inferir débiles; se expresan generalmente por un trémolo donde hay más resignación que soberbia. Pero en cuanto terminaba con el violín nuestro joven se venía hacia la mesa donde la familia Sánchez tomaba café y les rociaba de saliva a poco que se descuidasen. Esto, en verdad, no lo sufriría ninguna persona, por sensata que fuese.
Al despertar y serenarse, un gesto suyo de resignación, un adiós humilde, habían dado a entender a Fernando que no se hacía ilusiones acerca del porvenir. Todo estaba concluido. Y cuanto él i dijese por restablecer el pasado sería piadosa mentira, falsedad galante para enmascarar su decepción.
No, me guardaré muy bien, porque ello iría contra la energía moral embotada momentáneamente por el dolor y porque es necesario, dulcemente necesario llorar al hijo muerto; pero ninguna madre se ha pasado la vida llorando la muerte de un hijo... se llora durante algún tiempo... más o menos largo... pero al fin vuelve el equilibrio moral... llega la resignación... la conformidad... el hábito, te diría, y gradualmente se vuelve a la vida... se vuelve... ¡se vuelve a la risa!... ¡Esta es la verdad en toda su crudeza!
Sus infortunios como carretero le habían hecho conocer las bestias, y se reía interiormente de algunos curiosos que, influídos por el mal aspecto del caballo, discutían con el gitano, diciendo que sólo era bueno para enviarlo á la «Caldera». Su aspecto triste y cansado era el de los animales de trabajo que obedecen con resignación mientras pueden sostenerse. Llegó el momento decisivo.
Puesto que has de saberlo, más vale que sea cuanto antes... Tu padre ya ha fallecido... Vaya, resignación... y queda con Dios. Te ha mejorado en tercio y quinto. Adiós. De este modo dulce y consolador recibió Miguel la noticia de la muerte de su padre.
Cree haber nacido para vivir en lo más alto, y la desgracia se complace en hacerla caer... Nada tiene de extraño que sea mala, faltándole el consuelo de la modestia y la resignación. Pareció asustarse el español al considerar lo que probablemente podía ocurrir en la Presa después del suceso de aquella mañana.
En torno de él se agrupaban hasta una docena de músicos y cantores, cuyos sonidos y voces quedaban ahogados cada vez que desde lo alto los acompañaba el órgano. El sacerdote dirigía con un gesto de resignación, mientras la música perdíase, débil y anonadada, en la soledad de las naves gigantescas.
Me pareció leer, en el fondo de mis ojos, mi destino. Les pedí una expresión de esperanza, y sólo vi negrura. Ahora he perdido hasta la dulzura de la resignación". "19 de julio. "Me ha visto otro médico. Estuvo examinándome durante una hora. Creo que se sorprendió, como el doctor Castro Fernández, de no encontrar vestigios de tuberculosis. Dice que tengo pulmones de roble. ¡Qué exageración!
He hecho... cuanto he podido... en cambio, ella me ha dado acaso, la salvación de mi alma, porque estaba desesperado... y Amparo ha sido para mí un amparo de Dios, porque me ha obligado a amarla: porque amándola, he llenado mi corazón con un afecto, y he podido consolarme y esperar con resignación el fin de mi jornada.
Pálida, completamente demudada, los ojos fijos en el vacío, ni escuchaba lo que le decían ni quería tomar nada de lo que le daban para calmarla. No hacía otra cosa que repetir sin cesar en voz baja y enronquecida: Mamá..., mamá..., mamá... El cura se acercó a ella y le dijo: Hija mía, cálmate, cálmate. Esta es una prueba que Dios te envía para que demuestres tu resignación.
Palabra del Dia
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