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Actualizado: 17 de octubre de 2025
Es de piedra, está sentada con el niño Jesus en el regazo, en el cual por cierto se halla el divino infante como hundido; y parece escusado añadir que ambas figuras han sido repetidamente acariciadas en estos últimos siglos por las brochas de los pintadores. Así lo atestiguan Beda y Mabillon. Véase Flores, España Sagrada; Masdeu, Hist. crít., etc.
Tales prendas, blanquísimas, adornadas con bordados y encajes, zahumadas con espliego, templaditas al sano calor de la camilla calor doméstico si los hay las tenía el capellán muchas veces en el regazo, mientras la madre, con la niña tendida boca abajo sobre su delantal de hule, pasaba y repasaba la esponja por las carnes de tafetán, escocidas y medio desolladas por la excesiva finura de su tierna epidermis, las rociaba con refrescantes polvos de almidón y, apretando las nalgas con los dedos para que hiciesen hoyos, se las mostraba a Julián exclamando con júbilo: ¡Mire usted qué monada..., qué llenita se va poniendo!
Ya sabemos que dibujo mal dijo clavándole una mirada provocativa, relampagueante, que obligó al joven a bajar la suya. No es cierto eso; no dibujas mal respondió él en voz baja y levemente temblorosa, acercando el rostro al papel que Venturita tenía sobre el regazo. Pura galantería. Convendrás en que podía estar mejor. Mejor... mejor... todo puede estar mejor en el mundo. Está bastante bien.
No habían conocido a su madre, y Fermín ocupó para la pequeña el vacío que dejó al morir aquella mujer, cuyo rostro, bondadoso y triste, apenas si recordaban. ¿Cuántas veces, a la edad en que otros muchachos se duermen en un regazo tibio, había hecho de madre para ella, meciéndola muerto de sueño, sufriendo sus llantos y sus manotones? ¿Cuántas veces, en la época de miseria, cuando el padre no tenía trabajo, había sofocado su hambre para darla el mendrugo que le regalaban otros chicos, compañeros de sus juegos?... Cuando ella sufrió las enfermedades de la infancia, su hermano, que apenas pasaba la cabeza del borde de la cama, la había velado, había dormido con ella sin miedo a la infección.
Seré muy buena; te querré mucho... Me tomas como una amante; pero con bondad y con cariño, yo he de conseguir que me adores como a esposa. Venganza moruna Casi todos los que ocupaban aquel vagón de tercera conocían a Marieta, una buena moza vestida de luto, que, con un niño de pechos en el regazo, estaba junto a una ventanilla, rehuyendo las miradas y la conversación de sus vecinas.
Doña Manuela marchaba por el estrecho callejón que formaban las huertanas, sentadas en silletas de esparto, teniendo en el regazo la mugrienta balanza, y sobre los cestos, colocados boca abajo, las frescas verduras.
Lucía, que caída la labor en el regazo escuchaba con vida y alma, púsola toda en sus ojos para preguntar, mudamente, algo a Sardiola.
Al aparecer Fernanda en sociedad, y aun antes, cuando era una zagalita que iba con la criada al colegio, produjo su figura, su elegancia y sobre todo la amenaza de los seis millones que iban a caer, andando el tiempo, en su regazo, una verdadera explosión de entusiasmo.
Como aquel a quien, antes de descansar en su lecho el tiempo que necesita, obligan a levantarse, siente sensación extraña que podría llamarse nostalgia de blandura y del calor de su sueño, así, con parecida sensación, había Ana sentido toda su vida nostalgia del regazo de su madre.
Y sin esperar respuesta, volvió a gritar desde la ventana: ¡Mademoiselle!... Traiga usted aquí a la niña... A poco entraba Monina seguida del aya, y corrió a echarse en el regazo de su abuela, mirando a Jacobo con esa media sonrisa de los niños mimados, acariciados por todo el mundo, que parece decir al extraño: ¿Pero no me dice usted que soy muy bonito?...
Palabra del Dia
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