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Podría apellidársele, con toda exactitud, el hijo legítimo del sistema aduanero, nacido y criado en el regazo de esta noble institución, como que su padre, coronel de la guerra de la Independencia, y en otro tiempo Administrador de Aduana, había creado para él un destino en una época que pocos de los hombres que hoy viven pueden recordar.

Uno alto, de madera robusta, con una manta escocesa olvidada en su regazo, rozábase con otro de junco, esbelto y elegante, que tenía un cojín lujoso en el asiento. Parecían requebrarse, continuando silenciosamente las conversaciones a media voz cruzadas durante el día.

Jouarre, junto a una consola, cuyas luces, entre los ramos de orquídeas, orlaban sus cabellos de aquel nimbo áureo que tan justamente le pertenece como «reina de la gracia entre las mujeres». Recuerdo aún su sonreir cansado, el vestido negro con adornos de color de oro, el abanico antiguo que tenía sobre el regazo.

Carmela se sentó otra vez con su almohadilla en el regazo, mientras los hombros de Amparo se alzaban entre compasivos e indiferentes, como si murmurasen «Lo de costumbre» . Apartose de allí, y sus pies descendieron con suma agilidad la escalinata de la plaza de Abastos, llena a la sazón de cocineras y vendedoras, y enhebrándose por entre cestas de gallinas, de huevos, de quesos, salió a la calle de San Efrén, y luego al atrio de la iglesia, donde se detuvo deslumbrada.

Y antes de cerrar los ojos, Lita marcó con la uña una señal en la baranda de la cama, para anotar que había transcurrido el primer día... Pero no podía dormirse. Estaba demasiado nerviosa con las agitaciones del día. Su mamá, aunque lo notara, no quiso darle el remedio recetado por el médico. Sabía que su regazo era el mejor calmante para la hijita enferma.

Sagrario, que abandonaba su máquina para pasar gran parte del día en casa del zapatero, así lo decía en voz baja a su tío. Ella hacía las faenas de la casa, mientras la pobre madre, inmóvil en una silla, con el pequeñuelo en el regazo, lo contemplaba con ojos llorosos.

Con la contemplación de éstos y otros cuadros á cual más sencillo, su lectura favorita adquiría para él cada vez mayor encanto; y hasta las tiernas églogas de Garcilaso le parecían la expresión más fiel de la verdad, y todos los recuerdos de todos los patriarcas descritos hasta entonces le asaltaban las mientes, y veía los trasuntos de todos los cuadros pastoriles del siglo de oro, y hasta sentía el calorcillo de sus venerandos y rústicos hogares; y tal era el dominio que sobre él ejercían estas ideas, que, fingiéndose extraviado, sorprendía á un vecino comiendo; entraba en la choza de otro cuando, sentado éste al frente del grupo de su familia, rezaba el rosario antes de acostarse; pedía aquí candela, más allá un guía, y por dondequiera aliviaba la miseria, complaciéndose en dejar oculta una moneda de plata, ya en el regazo de un niño que jugueteaba arrastrándose á la puerta de su casa, ya sobre el poyo de la cocina.

Cuando la tempestad sorprende al pájaro que se aleja del nido, el ave lucha con la tormenta, aleteando por recobrarlo; cuando el niño que rompe a andar cae y se lastima, busca afanoso el regazo de su madre; cuando el hombre abandona la mujer que le quiere, y sufre desengaños, torna a ella, y en sus brazos se arroja: Lázaro no tenía nido, ni regazo, ni brazos a que acogerse; llevaba, como una doble maldición, la duda en la frente y el amor en el alma.

El fuego chisporroteaba alegremente; la cena humeaba; una vieja servidora narraba después la historia de alguna doncella encantada, y yo quedaba dulcemente dormido sobre el regazo de mi madre. La Arcadia ya no existe. Huyó la dicha y la inocencia de aquel valle. ¡Tan lejano! ¡Tan escondido rinconcito mío! Y sin embargo, te vieron algunos hombres sedientos de riqueza.

Mucho vaciló Miguel antes de resolverse a entrar, con la camelia blanca, en la sala del Teatro Real. ¿Qué diría la generala Bembo al ver a un muchacho a quien tuvo, más de una vez, sentado en su regazo, ofrecerse como amante? ¿Se indignaría? ¿Soltaría la carcajada? ¿Lograría despertar con su admiración y fidelidad alguna ternura en el pecho de la hermosa Lucía?