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Actualizado: 30 de junio de 2025


El paciente dio un gran suspiro, abrió los ojos, miró a todos uno por uno; y no con furia, no con espasmos de insensato, ni iracundas recriminaciones, sino con apagada voz, con sentimiento tranquilo, que más que nada era profundísima lástima de mismo, pronunció estas palabras: «Caballeros, ¿es cierto lo que me figuro?... ¿Es cierto que estoy en Leganés?».

Aunque te adora, aunque ha creído siempre en tu amor, opina en general poco favorablemente de las mujeres; cree que el lujo, la brillantez, la elegancia y la alta posición nos deslumbran. Y no cree mal. A me han deslumbrado, no para dejar de amar a Braulio y amar a otro, sino para complacerme en otro amor sin pagarle. Mira, hermana, no es tiempo de recriminaciones.

Abandonados de toda Europa con la estéril e inútil conmiseración de algunas Potencias y con el soberbio desdén y secular aborrecimiento de otras, siempre hubiéramos sucumbido en la lucha, y mientras más la lucha hubiera durado, más honda y más cruel hubiera sido nuestra caída. Menester es resignarse: no hay otro remedio. ¿Qué ventaja pueden traernos ya las recriminaciones?

Figúrate una conferencia entre un señor que quiere salvar a Francia y su pobre mujer... Cada uno de sus desengaños recaerá en la desgraciada... Cada meeting fracasado será una ocasión de recriminaciones... Cada speech interrumpido constituirá un motivo de discordia... Y los artículos de los periódicos... Y los ataques personales... Y las perfidias de los amigos políticos... Figúrate el despertar por la mañana: «¡Ah! amiga mía, La Linterna se va a meter conmigo» «No, amigo mío.» « , siento que voy a recibir alguna cosa desagradable.» «Pero mi pobre Teodoro, te alarmas sin motivo.» «Pues si no es La Linterna, será La Acción.» «Nada de eso, está tranquilo.

El príncipe protestaba de estas carreras, buenas para los prados natales, y sus recriminaciones establecían entre los dos un alejamiento hostil. «A ella no le chillaba ni su madre. Ya era mayor de edad para saber lo que debe hacerse...» Y tenía quince años.

Necesitaba un cómplice, se acordó del plumario, y he aquí el secreto de su repentina coquetería para con Fortunato. Ahora volvamos al entresuelo. Entre los dos reconciliados amantes no hubo quejas ni recriminaciones, sino frases de amor.

Intentó incorporarse, Juan la contuvo oprimiéndola el talle, y aún más con el suplicar de su mirada, al mismo tiempo que decía: No perdamos tiempo en recriminaciones inútiles. ¿Me he portado mal?, pues te pido perdón. ¿Has obrado por despecho?, te perdono. ¿Nos hemos equivocado los dos, yo al dejarte y al olvidarme?, pues venzamos a la desgracia.

Muy sincero en sus recriminaciones egoístas, como acostumbrado a considerar como suya la fortuna de Neris, se juzgaba desposeído de unos bienes legítimos y su indignación, bastante cómica, era perfectamente justificada a sus ojos. Poco le faltaba para hacer a la pobre Blanca responsable de aquel despojo.

Hasta ahora no sirven para ilustrar mucho la situación: egoísmo, filosofía, mal humor y recriminaciones, esto es lo que nos dan las cuatro primeras muestras. La de Ribert asegura que esto es ya un éxito enorme que nos promete para los días siguientes cartas de un interés palpitante. Como yo no pido más que palpitar, espero... «Bernardo Monastiel a una persona seria.

Impresionado por el espectáculo que acababa de presenciar, no pude menos de dirigir in mente amargas recriminaciones a la patria que deja perecer de hambre a todo el que se dedica al cultivo de las letras y las artes y ensalza y pone sobre su cabeza a cualquier necio que se engolfa en la política sin más equipaje que su desvergüenza.

Palabra del Dia

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