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Actualizado: 30 de junio de 2025


De igual modo andaba constantemente a la greña con la planchadora sobre si los puños, sobre si los cuellos, y con la camarera sobre si las botas, sobre si el botón de la levita. La misma D.ª Romana, su respetabilísima patrona, a pesar de su continente digno y talento persuasivo, no se libraba de las amargas recriminaciones del joven, y a veces de sus violentísimos apóstrofes.

El mismo don Mariano, presumiendo toda la culpa de su indiscreción, dejó de ir unos días a la casa de Itualde... Cuando fue, después de enviar cómo heraldo un gran canasto de la más hermosa fruta de su estancia, encontró a sus amigos como de costumbre... Sólo Coca le hizo sus recriminaciones. ¿De quién sino de él podía haber partido la mentirosa noticia?

Disputando por celos, en el calor de las recriminaciones, dejé escapar una frase ofensiva: debí de decirle algo muy duro, sin duda una verdad muy grande, porque entonces, avivada su locuacidad con la injuria y suelta su lengua con el estímulo de la bebida, se recostó en el diván con provocativa indolencia y, poniéndose muy seria, repuso: , ¿eh? ¿Tan mala crees que soy?

Después recordó todos sus razonamientos y sus recriminaciones, asombrándose del poco efecto que causaban en ella. Era indudablemente otra mujer. Alguien la había cambiado; alguien era el culpable de esta absurda situación. Gran parte de aquella noche la pasó reflexionando. No se le ocurría censurar á Alicia. Hasta se arrepintió de sus palabras agresivas. ¡Infeliz!

Pero tuve que prescindir de ella, y seguir a Juno, que hermosa y correcta, como de costumbre, se apresuró a obedecer a su padre, sin hacer caso de mis recriminaciones. Ya en mi cuarto y al desnudarme, me vino una locura irresistible. Tomé mi almohada y me puse a valsar con ella por el cuarto, cantando a toda voz. Juno, cuyo cuarto no estaba lejos del mío, acudió semiasustada. ¡Reina! ¿qué haces?

Hubo quejas, recriminaciones. D. Pantaleón sospechaba de la criada, que tenía un novio soldado.

La infeliz vio la traición tan clara como imaginó haber visto la felicidad, sufriendo al par la vergüenza de la falta y la humillación del abandono. Doña Justa y don Luis, a quienes le fue forzoso confiarse, anduvieron relativamente parcos en recriminaciones, pero crueles e inexorables en punto a la energía necesaria, para ocultar las consecuencias de la seducción.

Y se descuidaba de hacerlo, ¡eran de oir sus protestas y recriminaciones! No pasaba día sin que la casa del médico no resonase con voces coléricas, gritos y lamentos.

Necesitaba celebrar á su modo la prosperidad del buque. Y de esta prosperidad, lo más interesante para él era poder abusar del aceite y de la caña, sin miedo á recriminaciones en el momento de las cuentas. ¡Cristo del Grao, que durase siempre la guerra!... El tercer viaje de la América del Sur á Europa vino á terminarlo el Mare nostrum en Nápoles, donde desembarcó trigo y cueros.

Se echó a sus pies, besándola las manos y ocultando su cabeza rubia en el regazo de la señora. Y sin darla tiempo a poder hablar, de temor, sin duda, a que renovara la letanía de las recriminaciones, contó sus percances de Bolsa...

Palabra del Dia

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