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Actualizado: 27 de julio de 2025
Estos tres procedimientos corresponden á tres métodos terapéuticos. A los dos primeros puede bastarles dósis mas ó menos fuertes. Se reservan las mas débiles para el tercero, que es el mas pronto y menos sujeto á percances. La supremacía pertenece siempre á la ley de los semejantes, que descansa sobre el tercer procedimiento.
Una dueña de casa, discreta, inteligente, debe evitar estos percances. Lo primero que ha de hacer es darse cuenta de la situación personal de los concurrentes a la fiesta, de la relación entre jóvenes y señoritas, de sus simpatías e inclinaciones, etc.
Percances del oficio; rasgones en el traje o en la carne; pero nada de caer para siempre, como habían caído otros camaradas, cuyo recuerdo turbaba sus mejores horas.
Se echó a sus pies, besándola las manos y ocultando su cabeza rubia en el regazo de la señora. Y sin darla tiempo a poder hablar, de temor, sin duda, a que renovara la letanía de las recriminaciones, contó sus percances de Bolsa...
No sólo en batalla campal, sino en otros ejercicios y haciendo travesuras de todo género, don Fadrique se había roto además la cabeza otra tercera vez, se había herido el pecho con unas tijeras, se había quemado una mano y se había dislocado un brazo: pero de todos estos percances salía al cabo sano y salvo, merced á su robustez y á los cuidados de la chacha Victoria, que decía, maravillada y santiguándose: ¡Ay, hijo de mi alma, para muy grandes cosas quiere reservarte el cielo, cuando vives de milagro y no mueres!
Y lo que más desgracia dicha revista ó Mensajero, siempre, según nuestro autor, son las novelas y cuentecitos que allí se insertan, «donde hierven tales osadías de ideas y tales arrojamientos de frases y de palabras, y donde se refieren lances y percances tan crudos y poco decentes y situaciones tan escandalosas, que muchos padres de familia, luego que recibían el tal Mensajero, le escondían con cuidado para que no le leyesen sus hijas».
Las salas de los tenientes de armas, y las palestrillas que en Tablada y en el Pópulo, fuera de muros, y dentro de ellos en las plazas y lugares más públicos se mantenían, eran frecuentemente visitadas por Cervantes y sus amigos, donde nuestro ingenio lucía su gran destreza, ya con espada prieta, ya con espada y daga; allí donde había mozas de empeño, gente alegre, decidora y maleante, música y alegre bullicio, era cosa fácil encontrar a nuestro Miguel, siempre dispuesto al lucimiento del ingenio, a las locuras de la mocedad y a los percances de la riña.
Todas esas miserias humanas, más comunes en los niños, y que sus madres toman por signo de salud, las afligen y humillan cuando son ellas quienes las sufren, temiendo verse privadas del cariño de sus compañeros. ¡Cuán poco conocen al hombre! Las pobres ignoran que el gran atractivo, el más vivo aguijón del amor, son los percances de la vida y no la belleza.
Este mayordomo, nada conforme con que la marquesa tratara directamente conmigo negocios que antes arreglaba él a su gusto con usureros, para estafarla entre todos, fingiendo llorarme lástimas de ella como para interesarme más, pero con bien contrarias intenciones, me fue imponiendo minuciosamente de los percances más gordos de su azarosa vida.
Esta sagacidad y este conocimiento del corazón humano llegaban en Salabert a pecar de excesivos; esto es, se pasaba de listo en ocasiones. En su trato con los hombres, mirándoles siempre del lado de los intereses materiales, había llegado a formarse tan triste idea de ellos, que resultaba monstruosa y le expuso a serios percances.
Palabra del Dia
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