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Actualizado: 17 de junio de 2025
Y ¿qué sé yo si alguno, no digo de los sacerdotes, no quiero hacerles tal ofensa, pero de los seglares, creerá que en efecto...? El de Naya aprobó con la cabeza como quien reconoce la fuerza de una observación; pero, al mismo tiempo, la sonrisa con que lucía la desigual dentadura era suave e irónica protesta contra tanta rigidez.
Poco después llega la noticia de la prisión del Rey; promuévese grande alboroto entre los grandes, hasta que Sancho aparece con el Monarca; todos celebran su hazaña, y no sólo es recompensado por Alfonso con ricas posesiones, sino que lo reconoce como á hermano. El casamiento de Sancho con Elvira termina al fin las antiguas querellas entre las dos casas de Bivar y de Benavides.
Dios venga en mi ayuda exclamó huecamente Congosto y que este brazo, pronto a defender la justicia y a vengar un vergonzoso ultraje, sea más fuerte que el del Cid... ¿Lord Gray, reconoce usted su error y se dispone a reparar la afrenta que ha causado? El Sr. ¡Pues sea! dijo D Pedro sacando la espada y a quien Dios se la dé...
Mi idea es esta: ver si es usted una persona juiciosa, y si como persona juiciosa comprende que esto del casorio es una botaratada; ni más ni menos... Y si lo reconoce así, pretendo, esta, esta es la cosa, que usted misma sea quien se lo quite de la cabeza... ni menos ni más. Fortunata conocía La Dama de las Camelias, por haberla oído leer.
El oído del médico, cuando está acostumbrado a percibir esa harmonía de la salud, reconoce por signos ciertos el más pequeño desorden interior. La enfermedad tiene su lenguaje claro y preciso para el observador inteligente que asiste a los progresos de la vida o de la muerte.
Encontraron uno que parecia rio, por cuyas orillas subieron, y á cosa de una legua ya no habia mas que señales de que por allí corria hasta aquella entrada del mar algun arroyo de agua en tiempo de lluvias, ó al derretirse las nieves, aunque entonces estaba totalmente seco, por lo cual se reconoce ser fabuloso el rio que en esta bahia pintan algunos en sus cartas, ni se halla agua dulce, ni leña, ni árbol alguno.
Buenas tardes, señor Princetot... Ya veo que no me reconoce usted. El Príncipe medio cerró de nuevo sus pequeños ojos, se pasó la mano por sus cabellos ya enteramente blancos, se rascó la oreja y dijo descubriendo su gran perplejidad: A fe mía, señor, que no tengo el placer... Soy, no obstante, uno de sus antiguos huéspedes... El señor Delaberge.
Debe, pues, dejar pasar la primera batería, es decir, contar seis cañones, seis cajas y en seguida vendrá él... Es él, en efecto, envuelto en su gran capa, y es él, el primero que la ve y la reconoce. Unos momentos antes recordaba un largo paseo que hiciera con ella, al caer la tarde, hasta este terrado. Levantó los ojos hacia donde recordaba haberla visto y la encontró allí mismo.
¡Pero, caballero!... Señor cura, acabemos. Don Santos está dispuesto a morir sin confesar ni comulgar, no reconoce la religión de sus mayores. Estas son sus condiciones irrevocables; pues bien, a ese precio ¿consienten ustedes en asistirle, cuidarle, darle el alimento y las medicinas que necesita?
Es rara la poblacion de la Sierra que no tiene su castillo: el de Espiel, en lo alto del cerro á cuya falda está la villa del mismo nombre, se muestra ya tan arruinado que no se reconoce lo que fué: solo se divisa á su pié la boca de una gran cisterna; el de Belmez era muy principal, está situado en la cumbre de otro cerro: su posicion es tan ventajosa, y tan escarpada por todas partes la peña que le sirve de base, que parece como que brindaba á construir en ella una fortaleza.
Palabra del Dia
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