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Actualizado: 17 de junio de 2025
11 Porque así dijo el Señor DIOS: He aquí yo, yo requeriré mis ovejas, y las reconoceré. 12 Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad.
El mismo don Fernando afirma que su padre, así como fue ascendiendo en fama, tuvo empeño en «que fuese menos conocido y cierto su origen y su patria»... Reconoce que el Almirante era genovés, porque así lo afirmaba él; pero se nota en sus palabras cierto misterio.
Hace mil ochocientos treinta y seis años nació el Redentor del mundo, nació el que no reconoce principio, y el que no reconoce fin; nació para morir. ¡Sublime misterio! ¿Hay misterio que celebrar? Pues comamos, dice el hombre; no dice: reflexionemos. El vientre es el encargado de cumplir con las grandes solemnidades.
Los alemanes no la necesitamos. Somos un pueblo de amos, que reconoce las jerarquías y desea ser mandado por los que nacieron superiores. Nosotros tenemos el genio de la organización. Este era, según el doctor, el gran secreto alemán, y la raza germánica, al apoderarse del mundo, haría partícipes á todos de su descubrimiento.
Y una tarde que desde una ventana de su cuarto contemplaba las cumbres del Dôle, detrás de las cuales descendía radiosamente el sol, se estremeció al oír una voz que hablaba detrás de él. ¿Era una alucinación? ¿No soñaba despierto? El Príncipe Alejo Zakunine estaba en su presencia. Roberto Vérod decía la voz ¿no me reconoce usted?
Estaba en preparativos para repantigarse en su diván, y lo incito, no sin vacilar, a que se reconcilie con Lotario... naturalmente, para tantear ante todo el terreno. Como lo había previsto, en seguida monta en cólera, jura, se sofoca, se pone lívido, y me señala la puerta. Pero digo yo, supongamos que él reconoce su error y abandona el pleito...
El Cojuelo le dijo: Ya por aquella torre que descubrimos desde tan lejos discurrirás que esa bellísima fábrica que está arrimada a ella es la Iglesia Mayor y mayor templo de cuantos fabricó la antigüedad ni el siglo de agora reconoce.
Una mujer queda tendida en tierra y dos hombres se abalanzan a socorrerla; en el primero se reconoce don Juan; el segundo es el otro, el desconocido de la capilla, el monstruo sin fisonomía. Su audacia no tiene límites.
El Caballero cruza ante dos mujeres que se asustan del encuentro. Pasa sin verlas y solamente se detiene cuando le llaman con plañideros gritos. Entonces reconoce a la vieja criada y a Sabelita. ¡Señor mi amo, adónde camina en esta hora? ¡Don Juan Manuel! ¡Madre de Dios! ¡Señor, adónde camina con la blanca cabeza descubierta a la lluvia?
El decir pues, «yo no quiero creer porque no comprendo,» es enunciar una contradiccion; si lo comprendieses todo, claro es que no se te hablaria de fe. El argumentar contra la religion, fundándose en la incomprensibilidad de sus dogmas, es hacerle un cargo de una verdad que ella misma reconoce, que acepta, y sobre la cual en cierto modo, hace estribar su edificio.
Palabra del Dia
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