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Actualizado: 12 de junio de 2025


El automóvil era para las señoras. Pepita apreciábalo en mucho porque era un motivo de envidia para las amigas; doña Cristina consideraba como un homenaje á la Fe, el llegar en él á las puertas de la iglesia de los jesuítas. Era el dernier cri de la devoción; daba á entender, según ella, que el progreso no está reñido con el dogma.

Al escuchar su respuesta creyó que algo acababa de pasar ante el sol, velando momentáneamente su luz. Fué como una nube que se deslizaba sobre la tierra y sobre su pensamiento esparciendo una sensación de frío. A él también le quiero. Lo dijo mirándole como si implorase su perdón, con la sinceridad dolorosa de un alma que ha reñido con la mentira y llora al adivinar los daños que causa.

»Me ha reñido por mi prolongada ausencia, diciéndome que ha pasado mucha inquietud, mientras yo falté de casa. Pero de usted nunca me habla. ¿Cómo se explica ese silencio, Antoñita? »Me acerqué a su cabecera y procuré excusarme diciéndole que había salido porque creí que dormía.

Después de un vago preámbulo, exclamó así el buen señor: Mire usted, amigo mío: yo no estoy literalmente reñido con esa batahola infernal, con ese movimiento que forma hoy la base de la sociedad en que ustedes viven, no señor: comprendo perfectamente todo lo que vale y el caudal inmenso de ilustración que representa; pero esto no puede satisfacer las humildes ambiciones de un hombre de mis años.

En lo más reñido de una campaña política, el elocuente y fogoso coronel Armando, de Siskyon, había hecho un discurso sensacional que fue especialmente taquigrafiado para La Estrella del Norte. En el transcurso de la peroración, el coronel Armando había dicho: «yo, como el sublime Webster, repetiré...» y aquí seguía la cita que no recuerdo ahora.

Mi tía Eugenia vive en Marín. Hace tiempo que no nos hablamos. Mi padre ha reñido con ella... pero ¿qué importa? ¿Y dónde está Marín? A una legua de aquí, camino de Lada. Vamos a allá repuso el joven resueltamente. Y echaron a andar a buen paso por el angosto camino de la cañada. La noche estaba más clara. El disco de la luna asomaba grande, rojo, inflamado, por encima de las montañas.

Porque siendo hasta ahora su amigo y admirador se supondrá, como es natural, que habéis reñido. No diré una palabra en desdoro de su persona; al contrario, le trataré con el mayor miramiento. ¡Pero en cuanto a su obra...! Eso es peor, porque entonces se achacará tu ataque a los celos del oficio. Tristán levantó la cabeza con orgullo. Jamás he sentido la envidia.

Y ¿por qué he de ser yo el sacrificado? ¿No soy tan hijo suyo como ? Aquellos dos muchachos, que se querían entrañablemente, que jamás habían reñido por nada, ni de niños ni de mozos, estuvieron a punto de venir a las manos. Con todo transigían, todo lo aceptaban menos lo que pudiera significar despego hacia su madre.

Completamente ido de la cabeza... manicomio. ¡Que no come! Al manicomio... que le van a poner en Leganés... ¡Ah! ¿Y doña Lupe? Ella y yo... Fortunata hizo con sus dos dedos índices un signo muy expresivo, poniéndolos punta con punta. Habéis reñido... ji ji ji... ¡Qué cosas! Doña Lupe muy lagarta... El gatito que se había subido en el hombro del señor, estaba muy preocupado con la trompetilla.

A su despecho se sentían poseídos de admiración. ¡Tenía agallas el viejo! dijo uno, limpiándose unas gotas de sangre que le habían saltado a la cara. ¡Bien reñido estaba con la vida! manifestó otro. La verdad es, muchachos, que uno por uno este viejo se hubiera tragado a la media compañía con trapos y todo concluyó por apuntar un tercero, sin que nadie protestase.

Palabra del Dia

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