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Tienes razón, Lerma, tienes razón; y ahora más que nunca conozco el grande afecto que me tienes; no me gusta estar reñido con la reina. Voy... voy... adiós, Lerma, adiós. Y el rey abrió una puerta, atravesó un largo corredor, abrió otra puerta y se encontró en la recámara de Margarita de Austria. La reina leía. Al ruido de los pasos del rey volvió la cabeza.

»Ya sabe usted que mi amada Magdalena ocultaba bajo su melancólica apariencia un corazón que no estaba reñido con la jovialidad y la alegría. No tardamos mucho rato en venir a parar al tema eterno y hablamos del matrimonio, aunque sin hablar ni una palabra de amor. »¿Qué cualidades había que poseer para conquistar el corazón de Magdalena? ¿A qué encantos podría rendirse el mío?

Dos días después los partidarios de la poderosa casa ducal de Medina Sidonia, se alzaban contra los comuneros triunfantes, y el capitán Valencia de Benavides asaltaba el Alcázar, derrotaba á las fuerzas de Figueroa y hacía á éste prisionero después de reñido combate, donde hubo más de siete muertos y cuarenta heridos de gravedad.

Caballeros, hay aquí dos princesas que han reñido por cuestiones diplomáticas que no nos incumben. ¿Opinan ustedes que se den un beso antes que nos sentemos? Que se lo den: que se lo den exclamaron los tres hombres y Nati, mirando a la Socorro y Amparo. Esta se encaró furiosa con León. ¡Ja, ja!... Chica, no empieces ya a soltar gracias porque nos va a hacer daño la cena.

Pues dice... En fin, hemos reñido.

El duque y la duquesa se separaron por un movimiento pronto y simultáneo, porque en España, en donde el lenguaje es libre por demás, delante de los niños y los jóvenes hay una extremada reserva en las acciones. ¿Llora mamá?, ¿llora mamá? gritó el niño, poniéndose colorado y llenándosele los ojos de lágrimas . ¿La habéis reñido, papá Carlos? No, hijo mío respondió la duquesa . Lloro de alegría.

Por último, la hacía situarse en una ventana de la fachada lateral de la casa para impedir que ninguno orinara en el rincón donde los transeúntes solían hacerlo. Un día vino el cochero a decirle que una de las yeguas estaba en el celo. Tanto se indignó que, después de haber reñido ásperamente por la osadía de notificarle tal asquerosidad, mandó inmediatamente venderla.

Según mis noticias y ya sabe Vd. que todo lo averiguamos cuando es cosa de interés la señorita de Ágreda ha reñido con su hermano de Vd., o mejor dicho; están en absoluto cortadas las relaciones entre ambos, y esto a Vd. se le debe. Hice lo que pude, sin que me costara gran trabajo. Me bastó decirla que Pepe frecuentaba la casa de otra mujer.

De todos modos, más valía así. Mucho hubiera contrariado a Juanita que por sacar la cara por ella hubiera reñido Antoñuelo, resultando tal vez de la riña heridas o mayores desgracias, que hubieran empeorado la situación. Juanita añadió entonces: Bien pensado, hiciste bien en no defenderme. He sido imprudentísima. Los que no me conocen tienen algún fundamento para acusarme.

Aunque a larga distancia, observó aquella tarde que el semblante de Maximina no era el mismo de otros días; la melancolía, siempre esparcida sobre él, se había convertido en profunda tristeza; sus miradas eran más frecuentes y más largas, y en torno de sus ojos un círculo levemente encarnado acusaba claramente el llanto vertido. ¿Qué le habrá pasado? se preguntó con inquietud. ¿La habrá reñido su tía?