Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de julio de 2025
Y no había medio de pasar de aquí. Las lágrimas salían a sus ojos, y el nudo de la garganta volvió a apretársele de un modo horrible. En toda su vida, en tiempo alguno, habíase visto la infeliz en trance semejante. La persona que familiar y cariñosamente llamaban algunos la rata eclesiástica, infundíale más respeto que un confesor, más que un obispo, más que el Papa.
879 Y dale siempre rosarios, noche a noche sin cesar; dale siempre barajar salves, trisagios y credos; me aburrí de esos enriedos y al fin me mandé mudar. 880 Anduve como pelota, y más pobre que una rata: cuando empecé a ganar plata se armó no sé que barullo: yo dije: a tu tierra, grullo, aunque sea con una pata.
Supongamos que hay lo que yo creo que no hay... Podría ser... Entonces mi querida rata se pondría a roer en un rincón del cielo para hacer un agujerito, por el cual me colaría yo...». Y nos colaríamos todos indicó la hermana de Moreno, gozosa, pues le hacían mucha gracia aquellas bromas.
Estoy en casa vistiéndome... siento un susurro, algo así como paso de ladrones; miro, veo un bulto, doy un grito... Es ella, la rata que ha entrado y se va escurriendo por entre los muebles. Nada; por pronto que acudo, ya mi querida tía me ha registrado la ropa que está en el perchero y se ha llevado todo lo que había en el bolsillo del chaleco.
Pero como ya sabe usted que todas estas cosas de justicia se llevan con tanta formalidad... Luego en la audiencia no dejan pasar una rata; todo ha de ser a punta de lanza... En fin, me veo en la necesidad de detener a usted... Supongo que será por muy poco tiempo... una pura formalidad; pero hay que cumplirla... No he querido mandar al alguacil ¿sabe usted? por no asustarle, porque la cosa no merece la pena.
Al decir yo, Guillermina se ponía la mano en el pecho y daba a sus ojos la expresión más hermosa. «Yo, yo... ese día, iré a confesarme con usted como usted se confiesa ahora conmigo». Esto dejó a Fortunata tan desconcertada, que sus lágrimas se secaron de improviso. Miraba con verdadero espanto a la rata eclesiástica.
-Ya entiendo -dijo Sancho-: yo apostaré que había de decir rata, y no gata; pero no importa nada, pues vuesa merced me ha entendido. -Y tan entendido -respondió don Quijote- que he penetrado lo último de tus pensamientos, y sé al blanco que tiras con las inumerables saetas de tus refranes.
Uzté no habrá oído cantar una rata, ¿verdá uzté? Pues no se mueva, que ahora mizmito la va a oír. Manejaba la guitarra con singular maestría, y después de haberla rasgueado y punteado buen rato, comenzó a cantar en voz baja un tango que no había sido inventado precisamente para los oídos de las religiosas. O no comprendieron el torpe sentido de sus palabras, o lo disimularon.
Pero morir ahogada en el barro, sofocada por esa agua que huele tan mal, no me hacía gracia. ¡Si al menos fuese el agua verde y transparente de los lagos suizos!... Yo busco la belleza hasta en la muerte; me preocupo de la última postura como los romanos y temía perecer aquí como una rata sitiada en la alcantarilla... Y, sin embargo, ¡si supiera usted lo que he reído viendo el terror de mi tía y de esas pobres gentes que nos sirven!... Ahora el agua no sube ya, la casa es fuerte, no hay más molestia que la de verse sitiados y espero el día para ver.
Así pudo Roger oir lo que se decía en otro grupo compuesto, según le había dicho al oído la agradecida ventera, de un sangrador, un dentista ambulante y el músico de la encendida nariz. Una rata cruda es mi receta invariable contra la peste, decía gravemente el medicastro; una rata cruda abierta en canal. ¿No sería mejor asarla un poco, señor físico? preguntó el sacamuelas.
Palabra del Dia
Otros Mirando