Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de mayo de 2025


A cada momento ofrecíale a Ramiro en sus dedos, cargados de sortijas, algunas alcorzas; y ella a su vez reía y reía al morderlas, reía como una mujer semibárbara, con cierta animalidad incomprensible y deliciosa; mientras sus pestañas, larguísimas e inquietas, parecían desprender ilusorio polvillo de lujuria y de nigromancia.

Rengifo, a quien todos llamaban el enano, por su mezquina estatura, giró sobre sus talones y respondió con enfado: ¿Y por qué no he de ser yo quien medre, e os llame junto a , e os haga mi capitán? Aquel amigo no volvió a presentarse. Ramiro embozose entonces una y dos veces en su propia altivez, y aceptó la soledad, volviendo la espalda.

Por fin, entregando la espuela, para que fuera colocada otra vez en el sepulcro, terminó de este modo: Vuelve a descansar con los huesos de tu dueño, reliquia de la vieja honra cristiana, mientras nosotros rezamos una oración por el alma desconocida, que seguirás ennobleciendo en la muerte. Quitose el sombrero, e inclinando la cabeza, musitó una plegaria. Ramiro le imitó.

Veíalo sobre el muro, o en el veto de las tinieblas; veíalo en los cielos, indeterminado y sublime, confundiendo su belleza con el hechizo de la noche. Otras veces era toda su persona revestida de blancura nupcial y vagando bajo los arcos o entre las hierbas, como una sonámbula. Ramiro hallábase embebecido.

El P. Gil, que le seguía con Joaquinita, dijo a ésta al llegar al piso primero: Quédese por ahora aquí; yo subiré solamente. Cuando llegó al segundo, tropezó con D. Álvaro que salía a punto de su habitación. Su rostro, siempre pálido, lo estaba ahora tanto que daba miedo. En cuatro palabras Ramiro le había enterado de lo que ocurría.

Pero viéndola al fin, dio un paso atrás y, abriendo los brazos en actitud de impedir la entrada, exclamó: ¡Ah! ¿Vuelve usted acompañada?... Pues ni por esas... ¡No entrará usted, no! Vamos, Ramiro dijo con dulzura el sacerdote, poniéndole una mano sobre el hombro, déjanos paso, que éste es un asunto delicado y que no te concierne. Pase usted cuando quiera, pero esa mujer no puede pasar.

Con el correr de los días, cuando hubieron llegado a la apasionada compenetración de sus almas, uno y otro se dijeron los pesares más íntimos. En los instantes de languidez Ramiro sentía pasar sobre su frente, a modo de ala espectral, la idea de la brevedad de todas las cosas humanas.

Con una sola de las cosas que habéis dicho, señor Velasco contestó Ramiro con sorna, cualquier hombre se hiciera rey del mundo. ¡Rey del mundo, rey del mundo... Raimundo! musitó pensativamente su interlocutor.

Pero un momento después, aquella madre desgarrada por el dolor, aquel ser que sólo parecía capaz de ruegos y de lágrimas, púsose en pie de un solo impulso, irguiendo su talle ante Ramiro. Era una transformación asombrosa, una ballestada del ánimo. Todo el brío de la estirpe brilló un momento en aquella frente de abadesa indignada. Con voz casi hombruna y justiciera, exclamó: Basta de blanduras.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando