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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Ha dicho no sé quién creo que Selgas que se conocen los niños que se crían sin madre. ¡Qué cierto es esto! ¡Cuántas veces en mi querida España, en las templadas tardes del Otoño, he admirado en los jardines del Parterre, aquellas bandadas de alegres niños entretenidos en sus juegos! ¡Cuántas otras, al caer cerca de mí un volante ó llegar rodando un aro, he detenido al pequeño ser que lo buscaba!
No tengo mas apuntes que consultar: escrito queda cuanto mi memoria recuerda haber visto; salí de la ciudad para regresar á Milan, con la cabeza y el corazon henchidos de recuerdos que conservaré toda mi vida, con fervientes deseos de volver un dia, con ardientes plegarias por la emancipacion de la ciudad querida.
No, querida, no; me alegro en el alma, porque así he conquistado tu amor... ¿Nada más que por eso? ¡Eso es otra cosa! María, a más de su viva imaginación, estimulada y enardecida por la continua lectura, poseía un don especialísimo para persuadir.
De pronto, el señor Aubry pareció percibir a su hija: ¿Tú estás ahí también, mi querida hija?... soy feliz... tú... él... reunidos... cuídala bien, Juan... ¡cuídala... no la dejes llevar... por... la desgracia! la desgracia... cuida... cuida... Y haciendo un supremo esfuerzo, tomó entre sus manos las dos cabezas inclinadas hacia él, y los aproximó en un abrazo.
Cinco dedos tengo en cada mano como él y una buena herramienta en el bolsillo... Que cuide de asegurarme, porque si no, esas malas tripas que tiene se las echo todas fuera de una vez. Gozó todavía un rato del susto de su querida, que muy acongojada trataba de persuadirle á que pasase allí la noche, y al cabo se despidió.
¡Amor mío! exclamé olvidado de todo para no pensar más que en ella; ¿has podido creer que yo iba a dejarte para ir de caza? Pero entonces, Rodolfo... ¿vas acaso?... Sí, en busca de esa fiera, de Miguel en su guarida. Flavia estaba densamente pálida. Ya ves, pues, querida mía, que no soy el amante ingrato que suponías. Pero no permaneceré ausente mucho tiempo. ¿Me escribirás, Rodolfo?
De España es el espíritu de mi nación querida, es rosa de su carne, pedazo de su vida, y es de ella el mismo rayo de nuestro ardiente sol. Corren por nuestra sangre glóbulos españoles y hasta el sagrado loto nimbado de arreboles se fecundó en las islas con polen español.
En efecto, habiendo cumplido el tiempo de su compromiso, sacrificó algún tiempo después la esperanza de todo ascenso para tener el placer de no alejarse de mi lado y de ver desarrollarse poco a poco en mis facciones el parecido con una persona que le era tan querida. Aun fue más lejos en su ternura. ¿Se hubiera considerado dichoso si no me hubiese podido llamar su hija?
Señora, soi de Granada, Y de suerte ansi abatida, Qual lo muestra el ser vendida, Y á cada paso comprada. Dicen que fui rica un tiempo, Pero toda mi riqueza Se ha vuelto en mayor pobreza, Y ha pasado con el tiempo. Has algun tiempo tenido Enamorado deseo? Al estado en que me veo El crudo amor me ha traido. Fuiste acaso bien querida?
No por cierto, mi querida tía María respondió Stein tomando y estrechando entre las suyas la mano de la anciana . En sentimientos, estamos en cuenta corriente y pagada; pero en pruebas he quedado muy atrás; ¡ojalá pudiese dar a usted alguna de mi cariño y de mi gratitud! Pues fácil es, don Federico, y voy a pedírsela a usted. Desde luego, mi querida tía María, ¿y cuál es esa prueba?
Palabra del Dia
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