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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Algunas personas se habían acercado y rodeaban el banco donde se hallaban sentados. Las eternas disputas de Antonio y su querida causaban gran placer á los amigos.

Como todos los hombres extraordinarios, anda por el mundo caballero en una nube, y se le antoja ver ángeles domésticos en cada dama andariega y aficionada al acre aroma de varón. Mi querida Isabel, usted es la mujer que yo he soñado para formar un hogar... Como veis, Sindulfo es un doncel romántico, digno de ser cantado por Walter Scott.

Jacinta se reía y al propio tiempo se le escaparon dos lágrimas. Entró entonces de improviso Barbarita, diciendo: «¿Qué música es esta?... A ver, a ver». Nada, querida declaró el buen señor acusándose francamente . Que a también se me fue el santo al Cielo. No lo quería decir.

Había prometido á su querida que la llevaría á la corrida y, al efecto, tenía comprados dos asientos de delantera de grada. Salió á dar una vuelta, quedando en venir á recogerla á la hora conveniente.

Este es mi estado y podrás creerme que me congratulo de ello, porque el hecho de que un cerebro se rebele contra mi voluntad es un síntoma de lúcido y antes de que me abandone del todo, quiero pensar en ti, querida hija de mi hermana, para que tu madre me reciba allá arriba con satisfacción. Primeramente: ¿A quién sueles recibir en tu casa, Antoñita?

Al fin, no pudiendo contenerse, dejó plantadas a las camaristas, y se fue hacia Marta, y bajando el rostro hasta tocar con el de ella, le dijo: No llores, querida mía, no llores más... No nos sucede ninguna desgracia para que te aflijas tanto... Piensa, al contrario, en el gran favor que Dios me otorga al llamarme a ser su esposa... ¡Debieras alegrarte, pichona!... Vamos, no llores más, ¡mira que me estás quitando el valor!...

Y al hacer el santo rey el repartimiento de Córdoba y su tierra entre los ricos-hombres, caballeros y órdenes religiosas que habian asistido á la conquista, ya la ciudad de la esclava querida de An-nasír habia perdido su nombre por el impropio de Córdoba la vieja .

Se quejaba de su largo silencio; sabía, por las cartas de Emma, que él, Bonis, ya no leía las suyas, las de su querida Serafina. Por eso sin duda no la había ofrecido ni un consuelo en la terrible situación a que había llegado.

¡Dorotea! Cabalmente, Dorotea; esa pobre niña que es tu querida públicamente, y mi corazón, mi alma en secreto. ¿Qué sois vos de esa mujer? ¡Qué soy yo! ¡su padre! ¡su hermano! ¡su mártir! ¡Ah! La amo... más que á mismo: la deseo con todo mi deseo, con toda mi sed de gozar, y sin embargo, devoro y comprimo mi deseo. Vivo de su felicidad, y sus lágrimas me despedazan el alma.

Con cuánto placer agitarse sobre un solo bergantin la bandera tricolor de mi querida pero pobre patria!... Yo la saludé con respeto y amor, entonando en el fondo de mi corazon un himno de gratitud á los fundadores de la independencia de mi pais! Era una sola, entre mil banderas distintas, pero una sola me bastaba....

Palabra del Dia

ciencuenta

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