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Actualizado: 18 de junio de 2025
Alguna que otra vez se rebelaba abiertamente contra Roger, quien sin la menor irritación, con paciencia infinita, continuaba su lección; poco después la rebelde discípula se arrepentía y humillaba, acusándose á sí misma, avergonzada de la injusticia hecha á Roger con su conducta.
Dentro, en aquel infierno que rugía buscando expansión, estaba el abuelo, el pobre tío Rabosa, inmóvil en su sillón. La nieta se mesaba los cabellos, acusándose como autora de todo por su descuido; la gente arremolinábase en la calle, asustada por la fuerza del incendio.
¿Debía renunciar positivamente a toda investigación ulterior? ¿Había que perder en realidad la esperanza de obtener una prueba incontrovertible? ¿Y cómo concluir el largo y ya vano sumario? ¿Rechazando la acusación, afirmando que la Condesa se había matado, y que la Natzichet se acusaba solamente por el temor de ver condenado al Príncipe, aunque era tan inocente como él, y que por esta razón las versiones de uno y otra no habían estado de acuerdo?... ¿O volviendo a la hipótesis, ya excluida como la más improbable, de que ambos fuesen culpables, de que la Natzichet hubiera ayudado a su amante a ejecutar el asesinato con el robo por móvil, y tratado después de salvarle, acusándose?
¡La verdad!... Si esta era la verdad verdadera, ¿cómo saberlo? Puesto que la Natzichet quería salvar al Príncipe, ¿no habría hecho, después de que éste se hubiese confesado en realidad culpable, lo mismo que hizo al oír el relato capcioso del juez? ¡Y entonces, acusándose uno y otro, la confesión habría sido mayor! O ¡quién sabe si el careo habría sido fructuoso! Pero ya los careos eran inútiles.
Volvía Julián preocupado a la casa solariega, acusándose de excesiva simplicidad, por no haber reparado cosas de tanto bulto.
15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, acusándose y también excusándose sus consejos unos con otros, 16 en el día que juzgará Dios lo encubierto de los hombres, conforme a mi Evangelio, por Jesús el Cristo. 17 He aquí, tú te llamas por sobrenombre judío; y estás apoyado en la ley, y te glorías en Dios,
Jacinta se reía y al propio tiempo se le escaparon dos lágrimas. Entró entonces de improviso Barbarita, diciendo: «¿Qué música es esta?... A ver, a ver». Nada, querida declaró el buen señor acusándose francamente . Que a mí también se me fue el santo al Cielo. No lo quería decir.
Una vez alejado Pierrepont, abordó Elisa sin ambages el asunto a debatir con Beatriz; se guardó bien de hacerle ni el más leve reproche, acusándose a sí misma de haber sido ligera, imprevisora, mala consejera, proponiéndose ahora, antes de alejarse por muchos meses, reparar su imprudencia imperdonable; sabía que entre su amiga y el marqués nada existía de criminal, pero, al fin, en sus revelaciones, advertíase un algo de incorrecto, de equívoco, porque aquella sinceridad de los primeros tiempos, vano fuera ocultarlo, había desaparecido, y era imposible suponer que en adelante pudiesen continuar, sin alterar ya la tranquilidad o la estima de Beatriz, ya el honor de su propio marido; era, pues, de necesidad urgente poner remedio a ese estado de cosas, y el único remedio eficaz no podía ser otro sino el inmediato matrimonio de Pierrepont.
Palabra del Dia
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