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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Nada, madre; he dicho todo lo que sé, respondió Perla con mayor seriedad de la que le era habitual. Pregúntale á ese viejo con quien has estado hablando. Tal vez él te lo pueda decir. Pero dime, mi querida madre, ¿qué significa esa letra escarlata? ¿Y por qué la llevas tú en el pecho? ¿Y por qué el ministro se lleva la mano al corazón?
Su más puro contento era mirar en el espejo y poder decir: Madre, hoy he sido como tú quieres que yo sea. Advirtió el padre, al cabo, que la niña miraba sin falta en el espejo, cada mañana y cada noche, y parecía que conversaba con él. Entonces le preguntó la causa de tan extraña conducta. La niña contestó: Padre, yo miro todos los días en el espejo para ver a mi querida madre y hablar con ella.
Cuando vio la calle, sus ojos se iluminaron con fulgores de júbilo y gritó: «¡Ay, mi querida calle de mi alma!». Extendió y cerró los brazos, cual si en ellos quisiera apretar amorosamente todo lo que veían sus ojos. Respiró después con fuerza, parose mirando azorada a todos lados, como el toro cuando sale al redondel. Luego, orientándose, tiró muy decidida por el paseo abajo.
Me comparo al médico cuando advierte los progresos de la tisis en una persona querida, prevé los estragos que va a hacer y no sabe ni evitarlos ni remediarlos. »De sobra veo patente el desprecio de mí que poco a poco va entrando en el corazón de Beatriz y devorando el afecto que me tiene. Pero ¿cómo impedir esto? ¿Cómo probarle que valgo más que los dichosos y encumbrados y ricos?
Allí tienes cama y mesa y todo lo que te haga falta... Supongo que Soledad no se opondrá á que vivas con nosotros añadió bajando la voz y pronunciando con respeto el nombre de su querida. Miguel, que no estaba al tanto de ciertas interioridades, tomó aquellas palabras á burla y alzó los hombros riendo. Al cabo de un rato, Velázquez llamó al chicuco para pagar.
Querida amiga dijo la vieja , lord Gray nos va a contar algo de sus amores en Cádiz, que es mejor tratado que el de los viajes por Asia y África.
»Pero, ¿cómo se explica, querida Antoñita, que no hable de usted jamás, y que tampoco su padre le recuerde que existe usted en el mundo? »A no ser por la prohibición que usted me hizo de pronunciar su nombre en presencia de ella, ya sabría a estas horas cuál es el motivo de un silencio tan extraño.»
¡Bah! bien lo ha querido y me ha ofrecido dinero. Pero poco; ¿no es verdad? Es muy mísero. Vamos, yo soy muy rico y muy generoso: ¿quieres ser mi querida? ¡Señor! No tendrás que casarte contra tu voluntad, y mucho menos con ese escuerzo de Cosme Prieto. ¿Pero qué dirán mis padres? Vamos, toma esta buena bolsa de doblones de oro. ¡Señor! ¿No la quieres? Sí; sí, señor. Pues entonces tómala.
Erraríamos, sin embargo, querida madrina, suponiendo que Pinho es ajeno a todo cuanto sea humano. ¡No! Estoy cierto de que Pinho respeta y ama a la humanidad; sólo que para él la humanidad en el transcurso de su vida se restringió mucho.
Dirá que la Engracia no es querida suya, sino de su amigo Millán, porque antes lo fue, y callará que él ha hecho traición a su amigo, como nos ha engañado a todos.
Palabra del Dia
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