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Actualizado: 29 de julio de 2025


Sin quejarse tampoco los recibió el capellán, y en cuanto pudo se dió á correr como un gamo hacia la tapia y la saltó con agilidad increíble. En aquel momento llegó Linón con su trabuco y en calzoncillos. D. Félix le metió la boca por el oído para decirle: Es un mozo que venía á galantear á Flora. El adusto Linón sonrió en la oscuridad.

Entre las dos se lo arreglaban todo, callando cuando ella aparecía. Con esto se hizo más tímida, más humilde; no se atrevía a quejarse de las faltas de la criada; trabajaba cada día más en la casa, echando sobre , cuando podía, el trabajo de su hermana; hacía esfuerzos por aparecer amable y simpática como si estuviera en casa extraña. D.ª Carolina trataba a su yerno con más ceremonia.

Un día, muy tímidamente, porque adoraba a su mujer, se atrevió a quejarse a Miguel. Quedó éste pensativo unos momentos y le dijo: No te pese de la manera de ser de tu esposa. Carlota es un espíritu sensato, lúcido, equilibrado. No tiene la imaginación propensa a los sueños, ni facultades para introducirse en el mundo del arte y la poesía. ¡Qué importa! La poesía es ella misma.

Retrocedían los polizontes sin dejar de hacer frente al formidable empellón, al mismo tiempo que, por la fuerza de la costumbre, llevaban la mano al sable y comenzaban a extraerlo de la vaina antes de que lo mandase el jefe. Muchos de ellos parecían quejarse con los ojos de la pérdida de tiempo que suponían los diálogos del capitán con los manifestantes. ¿Qué hacían que no pegaban?

Me atrevo, pues, a aconsejar a usted, ya que es tan mozo y ya que no tiene motivo para quejarse de su malaventura, que no se meta todavía a predicador, ni se muestre tan adusto y desengañado, y que en otras novelas nos cuente lances y sucesos menos lastimosos y más agradables y dulces, vertiendo en su sátira, cuando a la sátira se incline, no hiel, sino sal y pimienta, que no la hagan amarga, sino picante y sabrosa.

De repente el macho, supongo que será el macho, tiene una idea, un remordimiento, improvisa una pasión que está muy lejos de sentir, y besa a la hembra, y hace la rueda y canta el rucutucua y se eriza de plumas.... Ella, sorprendida, sin sacudir la pereza corresponde con tibias caricias, y a poco, ambos fatigados, soñolientos, encontrando en la molicie de mojarse inmóviles, inflados, mayor voluptuosidad que en los devaneos, vuelven a su quietismo, tranquilos, sin rencores, sin engaño, sin quejarse de la mutua displicencia. ¡Racionales palomas!

-Eso no -dijo a esta sazón don Quijote-, que yo soy de la Mancha y nunca tal he confesado, ni podía ni debía confesar una cosa tan perjudicial a la belleza de mi señora; y este tal caballero ya vees , Sancho, que desvaría. Pero, escuchemos: quizá se declarará más. -Si hará -replicó Sancho-, que término lleva de quejarse un mes arreo.

Con todo eso, le sobresaltaron de manera que cayó en el suelo, con tan poco cuidado de las barbas, que se le cayeron en el suelo; y, como se vio sin ellas, no tuvo otro remedio sino acudir a cubrirse el rostro con ambas manos y a quejarse que le habían derribado las muelas.

Ocultábame su dolor, por no aumentar el mío, y nunca me había mostrado tanta pasión ni tan profunda ternura. ¡Demasiado generoso para quejarse y acusarme; demasiado pundonoroso para desear mi posesión a costa de mi honor y del deber, yo notaba con sorpresa los tormentos que resistía en vano!

Dejole al cabo de un rato Marroquín, pero tan estropeado y maltrecho, que en vez de reírse de la broma, comenzó a toser y a quejarse; la verdad es que estaba muy pálido: «¡Barájoles! esto pasa de broma, Sr. Marroquín. ¿Pues no estaba V. haciendo lo mismo con D. Leandro? Pero yo no le apretaba con todas mis fuerzas, como V. ha hecho conmigo

Palabra del Dia

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