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Actualizado: 29 de julio de 2025
Conforme: pero el infeliz que ha de ganarse el pan de este modo, bien puede quejarse de su perra suerte, si es que le queda cerebro para pensar.... ¡Y aun se extrañan algunos de que esta pobre gente no se muestre contenta, y crea que el mundo está mal arreglado y no es un modelo de dulzura!
Iba Altisidora a proseguir en quejarse de don Quijote, cuando le dijo don Quijote: -Muchas veces os he dicho, señora, que a mí me pesa de que hayáis colocado en mí vuestros pensamientos, pues de los míos antes pueden ser agradecidos que remediados; yo nací para ser de Dulcinea del Toboso, y los hados, si los hubiera, me dedicaron para ella; y pensar que otra alguna hermosura ha de ocupar el lugar que en mi alma tiene es pensar lo imposible.
Levantó luego a Rocinante, el cual, si tuviera lengua con que quejarse, a buen seguro que Sancho ni su amo no le fueran en zaga. En resolución, Sancho acomodó a don Quijote sobre el asno y puso de reata a Rocinante; y, llevando al asno de cabestro, se encaminó, poco más a menos, hacia donde le pareció que podía estar el camino real.
Madrid, Abril de 1872. Cesó de quejarse la pobrecita; movió la cabeza, fijando los tristes ojos en las personas que rodeaban su lecho; extinguióse poco á poco su aliento, y expiró. El Ángel de la Guarda, dando un suspiro, alzó el vuelo y se fué.
No se dejó de reír don Quijote de la simplicidad de su escudero; y así, le declaró que podía muy bien quejarse, como y cuando quisiese, sin gana o con ella; que hasta entonces no había leído cosa en contrario en la orden de caballería. Díjole Sancho que mirase que era hora de comer. Respondióle su amo que por entonces no le hacía menester; que comiese él cuando se le antojase.
En el verano y otoño de 1604 reside con su mujer en Toledo, según una importante carta autógrafa que publicó en parte von Schack y más completa la Barrera, y los manuscritos de dos comedias, fechados en aquella ciudad. Por éste tiempo ya empieza Lope a quejarse de los editores que imprimen mutiladas y variadas sus comedias y le atribuyen obras ajenas.
De fijo que si no estoy yo aquí, te consumes todo el día pensando tristezas, y dándole vueltas a la idea de tu Quintanar ausente; 'que por qué no estará aquí, que si es buen marido, que ya no es un niño para no reflexionar'... y qué sé yo; las cosas que se le ocurren a una en la soledad, estando mala y con motivo para quejarse de alguno».
Por fin Dios le mandó en carne mortal, cuando los esposos empezaron a quejarse de la Providencia y a decir que les había engañado. Día de júbilo fue aquel de Septiembre de 1845 en que vino a ocupar su puesto en el más dichoso de los hogares Juanito Santa Cruz. Fue padrino del crío el gordo Arnaiz, quien dijo a Barbarita: «A mí no me la das tú. Aquí ha habido matute.
Lo que nunca hizo fue negar en casa lo que había hecho en la calle, ni quejarse contra nada ni contra nadie por sucesos de que él solo tenía la culpa. Esta sinceridad le valió nuevas largas de quien tenía derecho para atarle corto; pero él no las quiso, es decir, no usó de ellas, porque le bastaba con las que ya tenía para expansión necesaria de las fuerzas de su temperamento.
Estos indígenas, generalmente hablando los mas dóciles, se sujetan, sin quejarse jamas, á las leyes que se les impone, siendo al mismo tiempo aptos para todo, tanto por su carácter, como por la facilidad de comprension que es en ellos natural.
Palabra del Dia
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