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Actualizado: 7 de octubre de 2025


Siempre había permanecido soltero; tenía una lengua como un hacha, con la que destrozaba las reputaciones; y en su maligno rostro, en sus ojos vivarachos y algo bizcos, en su nariz aguileña y en su boca sumida y burlona se revelaba cierta diabólica y punzante travesura.

Rafael irritábase ante aquella resistencia punzante e irónica; se exaltaba al hablar de su pasión... Nada importaban los desgastes del tiempo. ¿No podía obrar milagros el amor? El la amaba más aún que en otros tiempos; sentía hambre loca por su cuerpo; la pasión les daría el fuego de la juventud.

Tal vez que otra, no obstante, dejan caer, entre resoplidos y cabezadas, alguna observación punzante acerca de sus colegas: ¡Vaya unos arreos lucidos que les han echado encima a los jacos de Villamediana! ¡Me da risa! ¿Qué otra cosa quieres que les pongan, chico? ¡Si son dos burros sin orejas! ¿Y qué te parece del tren de Rebolledo? Que esos potros son tan ingleses como el forro de mis pezuñas.

Este era otro de los objetos que llevaban á palacio al padre Aliaga: hablar con doña Clara. Sentía, además, un deseo punzante de hablar á la reina; y doña Clara, que era la favorita de la reina, podía satisfacer este deseo. Le importaba también no poco sentir por mismo qué aire corría en palacio.

«Pintados por mismos» es una novela de una tan fortísima, rebuscadora y punzante psicología, que llega á producir en el lector delicado la sensación del dolor físico. De parecida índole son sus obras «Flirt» y «La armadura», libro de fuerte y copiosa lógica, donde la sociedad aparece esclavizada, más que bajo el amor, por el dinero.

Muñoz escuchaba a Julio con intermitencias; la sugestión de sus palabras alternaba en su espíritu con la angustia punzante de su amor encelado; se imaginaba a su novia casada con otro, un niño rubio en los brazos y recatada como la Virgen. Y una risa sarcástica se escapó de sus labios. Pero las circunstancias, prosiguió Julio, te ponen en la ocasión de verla con frecuencia.

Sería, sin duda, el mejor medio de excitar la sensibilidad latente que, no quería dudarlo, debía haber en él. Con el espíritu lleno de estas ideas, se dirigió al cuarto de su padre; pero, cuando estuvo a su lado, todas sus preocupaciones desaparecieron ante el sentimiento, punzante como un dolor físico, de su impotencia para cuidar al querido enfermo.

Saboreaba las suyas Carmencita, olvidada de todo para pensar en los días felices de Luzmela, evocados por la cariñosa visita de su único amigo. De pronto cayó sobre su ensueño la voz punzante de doña Rebeca, interrogando: ¿Se fué ya? La joven se estremeció y, azorada, repuso: Ya.... ¿Y no has llamado a «tu prima»?

Un paredón maldito frente al hotel quita la vista del mar; esperamos pacientemente y sólo vemos el buque cuando está a punto de fondear... ¡No es el nuestro! Pasábamos el día entero en el muelle, presenciando un espectáculo que no cansa, produciendo la punzante impresión de los combates de toros.

Ahumaba la planchadora, o por mejor decir, despedía un vaho sutil y punzante que Miguel aspiraba embriagándose sin darse cuenta de ello.

Palabra del Dia

mármor

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