Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de octubre de 2025
La primera vez que tropezó con él Alvaro Peña en la Rúa Nueva, a las doce del día, le llenó de denuestos, y lo que es peor, le llenó la cara de dedos. La corrección fué tan vergonzosa, tan humillante, que Sinforoso, que no pecaba de bravo y altanero, concibió contra su verdugo odio feroz y un deseo punzante de venganza.
De pronto y en el momento en que Jenny pronunciaba las últimas palabras y emitía con punzante sentimiento las notas de la cadencia final, sus ojos se quedaron fijos, su cara se cubrió de mortal palidez, su brazo se levantó y trazó en el vacío un ademán de terror, la voz expiró en sus labios, y apoyada en el piano para no caer, la cantante permaneció inmóvil, aterradora en su actitud de trágico espanto.
¿Pero qué es lo que aquí ha sucedido? dijo Montiño dirigiendo bruscamente la palabra á la doncella de Dorotea. ¿Qué ha de haber sucedido? ¡desdichada que yo soy, sino que mi señora se ha muerto! ¡Y tan hermosa! ¡tan joven! ¡tan buena! Y siguieron las lágrimas y los sollozos. ¿Pero cómo se ha muerto la señora? dijo Montiño, cuya voz tenía á cada momento una acentuación más extraña y más punzante.
Era un espectáculo extraño. A la luz de un farolillo colocado junto al pesebre, los trajes azul y rosa de las niñas, sus sombreritos de flores, las joyas relumbrantes de la mamá, causaban el efecto de una aparición sobrenatural, que contrastaba con las paredes sucias, el techo empavesado de polvorientas telarañas, los montones de estiércol y el olor punzante y molesto de cuadra sucia.
Asomábanse al balcón; de repente, una, por hacer algo, corría a la sala, y todas la seguían con alegre taconeo, riendo, formando parejas, hasta que al poco rato iniciábase la fuga en sentido opuesto, y el gracioso trotecillo las devolvía otra vez al espectáculo de la plaza. Un olor punzante de aceite frito impregnaba el ambiente.
Pero, por violenta que fuera mi emoción, ya no sentía trazas de ese dolor punzante que, hacía poco todavía, junto al árbol de Navidad, me oprimía el corazón. Había cancelado mi deuda y fue en completa libertad, con el corazón aligerado, como me juré velar en lo sucesivo como un ángel tutelar sobre mi hermana que, mucho más que yo, niña simple y sin experiencia, necesitaba apoyo y protección.
Un desasosiego punzante le empujaba a moverse y a levantar sus ojos en callada consulta hacia el cielo. Estaba toda la luz estelar presa en la extrema cerrazón de la noche, y en vano Salvador trataba de avizorar, con atónita mirada, el secreto sagrado de la altura. Su alma, serena y apacible en las corrientes diarias de la vida, se sentía en aquella hora atribulada con honda ansiedad.
Un deseo punzante, ansioso, irresistible se apoderó súbito de su corazón. Jesús, el Rey de las almas, había otorgado a alguna favores que espantaban por los grandes e incomprensibles.
Pasé en una penosa ansiedad las horas que había destinado á más dulces pensamientos. Todo lo que la dependencia puede tener de más punzante para una conciencia recta, y el desprecio de más desgarrador para un corazón que ama, me oprimía en aquellos momentos. La adversidad en mis peores días no me sirvió jamás una tan rebosada copa. Traté, sin embargo, de trabajar como de costumbre.
Y, cambiando de rumbo, se ponía a contar aventuras chistosas y pasos divertidos que desarrugaban el rostro de la niña y concluían por hacerla reír a carcajadas. Poco a poco la cesta se iba vaciando y pasando su contenido al armario, que despedía siempre su olor punzante y un poco agrio de lencería lavada.
Palabra del Dia
Otros Mirando