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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Aunque el perro de guarda los llama desde el fondo de su nicho, y por más que el cubo del pozo, rebosando de agua fresca, les hace señas, ellos se niegan a ver ni a oír nada, mientras el ganado no esté recogido, pasada la tranca tras de la puertecilla con postigo, y los pastores sentados alrededor de la mesa en la sala baja.

JULIA. ¡No, mamá! Es una muchacha que carece de condiciones para el estudio... El despacho de un juez de instrucción; moblaje pobre; un bureau debajo de una ventana; tres sillas; una biblioteca con cortinillas, que probablemente no encierra ningún libro; una puertecilla, que da a las habitaciones del escribano, invisible; se entra por otra puerta que hay en el fondo.

Cuando salieron del coro, Gabriel vio cerca del gran fresco de San Cristóbal al maestro de capilla. Acababa de cerrar una puertecilla inmediata al coloso, que conduce por una escalera de caracol al archivo de música. El artista llevaba bajo el brazo un gran libro con tapas polvorientas, que mostró a Gabriel. Me lo llevo arriba. Ya oirá usted algo: vale la pena.

A un silbido de Tiburcio, que era la convenida señal, Teletusa, que estaba aguardando, abrió sin ruido la puertecilla falsa del jardín, y guiándolos por lo más umbrío de la frondosa espesura, los introdujo en la casa, subió con ellos la escalera, atravesó corredores y salas, y vino a parar a amplio dormitorio escasamente alumbrado por tres velas de cera, puestas en un candelabro de plata, sobre una mesa que estaba en el centro de la estancia.

Pues yo venía á avisárselo á ustedes para que evitaran que otra vez pasara. Es el caso que en la buhardilla de la casa en que yo vivo hay una puertecilla que da á la buhardilla de esta casa. La cara que pusieron las Porreñas no cabe en ninguna descripción.

Las tres mujeronas que habían ido en busca de la delincuente, pasaban de la huerta al patio por la puertecilla verde, huyendo despavoridas y dando voces de pánico. Sonó en dicha puerta el estampido de un fuerte cantazo. «¡Que nos mata, que nos matagritaban las tres, recogiendo sus faldas para correr más fácilmente por la escalera arriba.

Si te parece dijo tímidamente D. Facundo, entraremos en el café del Prado que es el más próximo: conozco al dueño. Adelante; vamos al café del Prado. Cuando llegaron a él, Hojeda propuso que entrasen por el portal, donde había una puertecilla que comunicaba con la cocina; así evitaban la exhibición.

Era esta de las buenas del pueblo, con corral donde había muchas gallinas, y con patio enlosado y lleno de macetas de albahaca, brusco, evónimo, miramelindos, dompedros y otras flores. Claro está que para las faenas rústicas del lagar, del trasiego del vino y de la confección del aceite, hombres y bestias entraban por una puertecilla falsa que había en el corral.

Y pasando su vista del libróte a la puertecilla inmediata, exclamó: ¡Ay, ese archivo, Gabriel, qué pena da! Cada vez que lo visito salgo triste. Por ahí han pasado los bárbaros. Todos los libros de música tienen páginas arrancadas, recortes allí donde existía una letra pintada, una viñeta, algo bonito. La vieja música duerme bajo el polvo.

El mayordomo hizo girar una puertecilla, y se vieron en una especie de patio interior semejante a los que se abren en mitad de los grandes edificios para darles aire y luz. Su altura era la del buque, desde la quilla a la última cubierta, y en sus cuatro paredes blancas y lisas no había otra comunicación con el resto del trasatlántico que la pequeña puerta de entrada.

Palabra del Dia

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