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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Y con tan poca entereza como mi amo, el oficial inglés no se cuidó de disimular su inmensa pena: cubriose la cara con las manos y lloró, con toda la expresiva franqueza del verdadero dolor, al jefe, al protector y al amigo.

Una carta de Antoñita precedió a Amaury en casa del conde, pues la joven había querido advertir a su anciano amigo de las intenciones del doctor Avrigny, en cuanto al papel de protector que había dado, o más bien dejado tomar a su pupilo, y prevenir de este modo preguntas, dudas o admiraciones que hubieran podido embarazar u ofender a Amaury.

Con ayuda de su milagroso protector, logra asistir de incógnito á una fiesta brillante de la corte y atraerse en ella el favor de la Reina; pero Roberto, á su vez, proyecta asesinarlo para librarse de este rival, y el amenazado de muerte escapa también ahora por la intervención de Lidoro, que toma la forma de Don Juan y recibe en su pecho el hierro asesino.

Dios castigaba mi impiedad. Pasaron algunos días sin que yo fuese a ver a Amparo. Tenía miedo de verla. Temía echar a perder inútilmente mi papel de protector, de padre, dejándome arrebatar a una situación ridícula en un momento de olvido. En estos días mi administrador general se empeñó en darme cuentas, y me vi obligado a ceder, para que tuviese ocasión de convencerme de que era hombre de bien.

Pero Dios, protector en aquel día de la España oprimida y saqueada, permitió que Vedel llegase cuando estaba convenida ya la tregua y se había principiado a negociar la capitulación.

¿Qué quiere usted decir? gritó. ¿Desea usted pelear? y avanzó con los puños cerrados. No deseo pelear fue mi rápida respuesta. Lo único que le ordeno es que deje en paz a esta dama. Puede legalmente ser su esposa, pero yo asumiré el papel de su protector. ¡Oh! exclamó, encogiendo el labio con burla. ¿Querría saber con qué derecho interviene usted entre nosotros?

Era aquel zapatero convertido, que traía a la nueva fe todas las violencias de su antigua fama de devorasantos. Hablando a su protector le aterraba con los aspectos sanguinarios de su devota vehemencia. No había más verdad que la religiosa, y al que no la aceptase, ¡leña! Un poquito de Inquisición no estaba de más en estos tiempos de herejía y desprecio a Dios.

Yo le digo a usted, caballero contestó mi patrón con sonrisa más acentuada, en tono excesivamente protector, que todo eso está muy bien, pero que vencerá Francia. Mientras no me diga usted más que eso, como si no me dijera nada... Lo que yo quiero son razones respondió el hombre gordo, un poquillo irritado ya. No es posible dar razones.

Arrancó una hoja de un libro de memorias, y escribió en ella las palabras que más tarde debían leer sus compañeros, arrojándola medio arrugada sobre la yerba. ¿Qué has hecho? le preguntó el jefe. Un voto a mi genio protector respondió el Capitán . Te aconsejo que no toques ese papel, si no quieres morir.

Después de este triunfo preliminar, Golbasto se lanzó á la declamación de la poesía de su amigo y protector. El canto á la revolución triunfante de las mujeres empezaba con un exordio, en el que el poeta rogaba al sol que acelerase su salida de entre las espumas oceánicas para no llegar con retraso y poder presenciar el suceso más grande de la Historia.

Palabra del Dia

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