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Actualizado: 26 de mayo de 2025


El había sido siempre el protector, el amoroso á estilo oriental, incapaz de interesarse por otras hembras que las de su harén, que todo lo deben á su munificencia, desde el chapín á los penachos del turbante, las joyas que adornan su pecho, las confituras que las nutren, la pipa que fuman, el instrumento que acompaña sus cantos. No le interesaba Alicia como mujer. ¡Ni ella ni otra!

Tu amo y protector te ayuda á mantener esta esclavitud, no pagando al obrero semanalmente, como se hace en todas partes, sino por meses, para que así tenga que vivir á crédito y se vea obligado á comer lo que queréis darle y al precio que mejor os parece. Vaya; ahora me toca á dijo riendo el Milord.

Se aproximaron a él, en espera de los cigarrillos con que acompañaba sus apariciones, y poco a poco lo fueron llevando hacia el castillo de proa. Un hombretón se levantó del suelo, tendiéndole la mano con ese aire protector de ciertos jaques que hablan y accionan lo mismo que si perdonasen la vida al que los escucha.

Probé entónces un momento de satisfaccion, encontrando en este digno prelado un protector solícito de la humanidad, dispuesto á poner en juego todos los resortes para llegar al fin que tanto deseabamos, la mejora de la condicion de los indígenas.

Un simple bote salvó el obstáculo de la muralla divina, trayendo hasta nuestras costas á Eulame y á un Hombre-Montaña viejo, seco de cuerpo, con barba blanca, que supongo debió ser su estudioso protector.

Su gratitud y afecto hacia él eran siempre los mismos; pero no podía menos de considerar la presencia de su antiguo protector en la casa como una monstruosidad. «¿Será verdad pensaba , como me ha dicho él, que de estas barbaridades increíbles está llena la vida humana?... ¡Qué cosas hay, pero qué cosas!... Un mundo que se ve, y otro que está debajo, escondido... Y lo de dentro gobierna a lo de fuera... pues... claro... no anda la muestra del reloj, sino la máquina que no se ve».

San Juan no era para la casa de este buen señor solamente su patrono y el del lugar, ni uno de tantos bienaventurados cuya imagen se veneraba en la iglesia parroquial del pueblo: era, además, un protector especial, un huésped constante de mis parientes.

A medida que avanzaba en la vida, consciente de su felicidad, comprendiendo haber encontrado en su camino al hombre excelente que lo había recogido y educado, sentía hacia su protector una afección sin límites. Este culto libró a la juventud de Juan de muchas tentaciones.

El pobre es algo rudo: resabios de su pasado; pero es bueno y ama a Dios. Y el «santo» parecía sufrir al verse entre estas dos antipatías. No se engañaba el Indio converso al sospechar que su protector concedía algún apoyo a sus huéspedes.

Pero no pudo seguir, y se echó á llorar. Váyase usted.... Usted es muy bueno y me dejará sola. Si vienen ahora, ¿qué van á decir? No vendrán: tranquilízate dijo Bozmediano algo contrariado por aquel recibimiento. Somos ya verdaderamente amigos. Hoy vengo á hablarte, á verte. Ya sabes que me he declarado tu protector.

Palabra del Dia

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