Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de junio de 2025


Mil quinientos duros. No tengo más, aunque me lleve a la cárcel. No, no quiero hacer eso. Si me da Vd. ese dinero estaré satisfecho. 75 El prendero pagó y escondió el cuadro en la tienda, esperando al comprador. Pasó un día, una semana, un mes y no pareció. Entonces llamó a un pintor amigo, y le dijo: ¿Qué le parece a Vd. este cuadro? 80 Hombre, no es malo. ¿Lo quiere Vd. comprar? No, señor.

Apartó los ojos de la despojada imagen que delante tenía, y para verla lo menos posible, levantose, y con atención de prendero avaro, abrió el armario de luna y las gavetas de la cómoda, entró en la alcoba, registró todo como un curial que embarga o inventaría. Isidora en tanto arrojaba las preciosas botas en medio del gabinete, y después hacía lo mismo con su peineta.

Los dos hombres examinaron el cuadro con cuidado, hablaron en secreto algunos minutos y después el comprador dijo al prendero: 40 Doy cuarenta mil reales por el cuadro y cuatro mil reales para Vd., si quiere venderlo. Caballero, dijo el prendero si quiere Vd. volver mañana, tal vez pueda yo vender el cuadro; pero ahora no puedo prometer nada. 45

Rodaba por otro lado el vehículo público, tartana calesa ó galera, el carromato tirado por una reata de bestias escuálidas; y entre todo esto el esportillero con su carga, el mozo con sus cuerdas, el aguador con su cuba, el prendero con su saco y una pila de seis ó siete sombreros en la cabeza, el ciego con su guitarra y el chispero con su sartén.

Una mañana entró un caballero en la tienda de un prendero.

El prendero examinó el cuadro, luego empezó a arreglar sus 15 muebles. Después de una hora se presentó otro caballero. Quería comprar una mesa y algunas sillas. No le gustaron los muebles pero antes de marcharse vio el cuadro. Lo examinó con cuidado y luego preguntó el precio. No puedo venderlo, contestó el prendero no es 30 mío.

En aquella calle, en una casa chata y vieja, vivía la señora María Suárez, honrada esposa del escudero Melchor Argote, y honrada amiga del prendero Gabriel Cornejo. Cuando Montiño llegó, encontró á la señora María fregoteando, como la mujer más hacendosa del mundo, en la cocina. Buenos días, buenos días, señora dijo el cocinero ; ¿y cómo va por acá? ¡Ah! ¿sois vos, señor Francisco? dijo la vieja.

Cuando yo lo supe, figúrate cómo me pondría y qué de cosas le diría a ese mal aconsejado niño, porque, no tengas duda, le arrastran los amigotes, y Quilito había dado en la manía de hacerse un Creso de la noche a la mañana... ya ves si tenía yo razón y no era tan pesimista... Antes de decirte nada, intenté allegar recursos, empeñando cuanta antigualla de algún precio y chafalonía guardaba en el armario: hasta mi Virgen de Luján ha ido a casa del prendero; y no bastando esto, ¡qué había de bastar! me fuí a casa de misia Petronila a pedirle un préstamo sobre nuestra casita, y no ha querido... ¿qué hacer? el plazo es tan corto, que no da tiempo para nada; ¿hemos de consentir que un pagaré firmado por Aquiles Vargas vaya a manos de ese hombre? ¡no, por Dios!... he luchado con la idea, he luchado, pero no encuentro yo otra solución: Esteven nos ha robado nuestra fortuna, la que, por delicadeza y por orgullo, no hemos querido reivindicar ante los tribunales, fortuna que ha gozado y sigue gozando... pues bien, llega este caso, desgraciado, fatal, y yo, apretándome el corazón y pisoteando mi amor propio, voy a Gregoria, que dígase lo que se quiera, es nuestra hermana... con él no deseo nada, ni verle... voy a Gregoria y la digo: Mira, yo nunca te he pedido nada, nunca te he molestado en la posesión de lo que nos dejó nuestro padre, pero hoy me pasa esto: Quilito, el hijo de tu hermano y de la hermana de tu marido, que es Vargas y Esteven como y como tus propios hijos, debe esta cantidad, y la honra y quizá la vida le va en pagarla: préstame esa suma, Gregoria, y toma mi casa, lo único que poseemos, en garantía; ya ves que no vengo a pedirte nada, no vengo a que me des nada.

Cuando se marcharon los dos, el prendero escondió el cuadro. A las cuatro de la tarde volvió el dueño. ¿En dónde está mi cuadro? Tengo que hablar con Vd. Bien, hable Vd., pero tengo prisa y quiero el cuadro. 50 ¿Dónde está? ¿Quiere Vd. venderlo? No, señor. Le doy cien duros por él. No quiero venderlo. 55 Doscientos. Nada. Quinientos. Nada, nada. ¿Quiere Vd. mil? 60 No, señor.

¡Un prendero del Rastro!... ¿y á tales gentes ha ido á parar un secreto de su majestad? ¿Qué queréis, señora? don Rodrigo... Es un miserable, ya lo ... ¿y ha sido don Rodrigo?... Don Rodrigo trata con una comedianta... ¡Ah! Y esta comedianta, que le ama... Le ha arrancado el secreto... ¿Ha visto las cartas de su majestad? ¡Ah! pues no comprendo bien...

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando