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Actualizado: 5 de mayo de 2025


¡Vaya si lo es! replicó Miguel, posando su mano sobre la de ella y dándole un cariñoso apretón. La chica no se movió: ambos guardaron silencio unos instantes. ¿Vamos a jugar un poco a las prendas? dijo una de las jóvenes así que Juanito hubo terminado su repertorio. Comenzó el juego de prendas.

Cuando ésta se fue a misa con Rosita, advertí que el señor se daba gran prisa por meter en una maleta algunas camisas y otras prendas de vestir, entre las cuales iba su uniforme. Yo le ayudé y aquello me olió a escapatoria, aunque me sorprendía no ver a Marcial por ninguna parte.

Como antes, en la luna de miel, saboreó la plenitud de la pasión satisfecha, así ahora se complacía en analizar y desmenuzar con el pensamiento la índole de sus penas, deleitándose en la amarga voluptuosidad del dolor, y cuanto más excitaba su desconsuelo mejor creía que demostraba su amor al pobre muerto. ¿No había de llorarlo si lo eligió voluntariamente estudiando sus cualidades y sus prendas de modo que se ajustase a lo que, según ella, debía ser un marido?

Por último, se convino en que éste no se desprendiese de aquellas prendas, tan caras a su corazón, ya que no tenía valor para llevarlo a cabo, y se trasladase con ellas a Sarrió, donde se establecerían definitivamente. Llevaría consigo algunos cajistas que pudiesen enseñar a otros jóvenes de la villa, y todos los enseres necesarios para montar la imprenta.

Por de pronto, solamente al diablo se le podía haber ocurrido la idea de que tantas y tan buenas prendas estuvieran reunidas en un hijo de aquel otro demonio, y que este hijo se le hubiera metido a ella por las puertas, y hasta en lo más hondo del corazón de Luz. ¿Por qué no le había parido otra madre más humana? Y ¿cómo se concebía que pudiera nacer tan hermosa rama de tan feo tronco?

Se formó un partido contrario, capitaneado por D. Casimirito, hijo del hidalgo más rico del lugar. Este partido era de más gente; pero, así por las prendas personales del capitán, como por el valor y decisión de los soldados, quedaba siempre muy inferior á los fadriqueños.

También María, por su parte, se había aficionado a Stein, no porque agrediese sus esmeros, ni porque apreciase sus excelentes prendas, ni porque comprendiese su gran superioridad de alma e inteligencia, ni aun siquiera por el atractivo que ejerce el amor en la persona que lo inspira, sino porque agradecimiento, admiración, atractivo, los sentía y se los inspiraba el músico, el maestro que en el arte la iniciaba.

Clara, haz cuenta que habitas con las más dignas y elevadas señoras de la grandeza española, que, al par de la virtud, atesoran todas aquellas prendas del alma que distinguen á ciertas personas del bajo vulgo á que nosotros pertenecemos. María de la Paz Jesús se irguió con toda la gallardía de que era capaz; respiró y miró á un lado y otro con majestad perfectamente regia.

Si Moratín hubiera sido un pedante vulgar, tal como aparece al exponer sus principios críticos, y el sistema, que sirve á sus dramas de fundamento, compartiría la triste gloria de un Montiano ó de un Luzán, cifrada en convertir en profesión mecánica la crítica y la poesía; pero tenía prendas estimables, que supo hacer valer, y dignas de alabanza, á pesar de la estrechez de sus ideas estéticas, obligándonos á deplorar la limitación voluntaria á que condenó su talento.

Abajo, en el comedor, el rechinar de un piano agrio y destemplado, la sonora y brutal carcajada de un jugador de órdago, el ruido de botellas que se destapan, la vocería insípida de un juego de prendas. Sobre el puente, el joven oficial de guardia, inmóvil, recostado sobre la baranda, meciéndose en los infinitos sueños del marino y reposando en la calma segura de los vientos dormidos.

Palabra del Dia

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