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Actualizado: 21 de junio de 2025
D.ª Rafaela quedó un poco sorprendida de aquel modo original de saldar cuentas; pero viendo el rostro de Godofredo cubierto de rubor, sus ojos serenos, inocentes, posarse dulcemente sobre ella con encantadora expresión de vergüenza, no pudo menos de sonreír. ¡Conque regalitos, eh! Vamos, no se ponga usted colorado. El hijo predilecto de la Iglesia se puso mucho más rojo aún.
Los gorriones perseguíanse en la doble escalinata de la iglesia, y revolando de ciprés en ciprés, iban á posarse sobre la estatua de mármol de San Ignacio. A ambos lados de la avenida que da acceso al monasterio, dos paseos cubiertos de plantas trepadoras, dos túneles de hojarasca, ofrecían su fresca sombra de tonos verdosos.
Mas, esos animales se atavían con un extraño lujo botánico, con libreas espléndidas de una flora excéntrica y lujuriosa. Divisáis hasta donde alcanza la vista flores, plantas y arbustos; á lo menos, tales os parecen por sus formas y colores. Y esas plantas se mueven, los arbustos son irritables, las flores tiemblan con naciente sensibilidad, do va á posarse la voluntad.
La niña de Luzmela alzó los ojos de la carta y paseó por el cuarto una sonrisa estúpida, que fué a posarse como una mariposa atontada sobre el Niño Jesús lastimado, erguido en su rinconera. Se quedó Carmen mirándole como si nunca le hubiera visto...; ¡qué feo estaba y qué ajada la ropa!
Así que las palomas del tejado le divisaron en medio del patio abrieron las alas repentinamente y vinieron a posarse sobre él transformándole en informe estatua de nieve. Reynoso no recibió aquella acostumbrada caricia con la benevolencia de otras veces. El peso de su culpa le hacía atrabiliario. ¡Quitad, quitad! ¡Fuera!
Entendiéndolo así Leto, a una señal muy expresiva y cuatro palabras enérgicas enderezadas a Cornias, fue el balandro recogiendo todas sus lonas, como la gaviota sus alas al posarse blandamente sobre la onda marina.
Al levantar los ojos, Nébel había visto la mirada de ella, en lánguida imprecisión de mareo, posarse pesadamente sobre la suya. ¿Se había equivocado?
La ventana abrí y con rítmico aleteo y garbo extraño entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño. Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto, con aspecto señorial, fué a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta de mi puerta el cabezal; sobre el busto que de Palas la figura representa, fué y posose ¡y nada más!
Imaginóse que ella y Pedro no llegaban del lodazal de la tierra, sino de los espacios lumbrosos que los rodeaban. Habían atravesado en raudo vuelo el éter, y vinieron á posarse como dos pájaros celestes sobre aquella roca. Pero no tardarían en alzarse de nuevo para sumirse otra vez en los senos azules del firmamento y alcanzar otros sitios de mayor gloria.
Se habrá usted perdido, por supuesto. Alguna vez; pero he preguntado y fui saliendo adelante. Pues hijo, como usted tardaba tanto, ya creía que se nos había extraviado. Estaba pensando en poner un anuncio en los papeles... Buena carpanta traerá ya, ¿verdá uté? Así, así. Pues a comer, hijo, ¡andandito! Y se alejó como un jilguero que va a posarse en otra rama.
Palabra del Dia
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