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Actualizado: 23 de junio de 2025
Los encuentra junto a Alcira ocultos en la orilla del río; con un revés de su espada, corta el cuello a las dos hermanas y San Bernardo es crucificado y le taladran la frente con un clavo enorme. Así pereció el santo patrón, adorado con fervor por los pequeños; el príncipe hermoso, convertido en vagabundo y pordiosero, sacrificio que halagaba a los más pobres de sus devotos.
Dirá que yo le abandono y le dejo andar hecho un pordiosero. ¡Es una vergüensa!» Si se quedaba en casa y jugaba con los criados, la señora se ponía furiosa, le dolía la cabeza, hablaba de la bajeza de sentimientos que el muchacho revelaba, allanándose a estar siempre entre la servidumbre, e increpaba duramente al brigadier porque no sabía educar a su hijo.
Mas que á horror movido á compasion Candido le dió á este horroroso pordiosero los dos florines que de su honrado anabautista Santiago habia recibido. Miróle de hito en hito la fantasma, y vertiendo lágrimas se le colgó al cuello.
Llevado de su honradez y delicadeza, rogó al doctor que antes de partir le pasase... «Ya usted me entiende... la cuentecita de sus honorarios». Golfín se deshizo en cumplidos. «Tiempo habrá... ¿qué prisa tiene usted?... En fin, como usted quiera...». Y el gran economista, al salir con su hijo, pesaba en la balanza de su mente los términos de aquel enigma aritmético que pronto se había de revelar. ¿Qué tipo regulador o qué tarifa le aplicaría? ¿Le consideraría como pobre de solemnidad, como empleado alto, como rentista bajo o como burgués vergonzante y pordiosero?
Yendo al otro dia de pasco se encontró con un pordiosero, cubierto de lepra, los ojos casi ciegos, carcomida la punta de la nariz, la boca tuerta, ennegrecídos los dientes, y el habla gangosa, atormentado de una violenta tos, y que á cada esfuerzo escupia una muela. De qué modo encontró Candido á su maestro de filosofía, el doctor Panglós, y de lo que le aconteció.
En sueños, el avaro es generoso, y tal vez quien despierto no se desprende de un maravedí, para socorrer a un pordiosero, es capaz soñando de prodigar todas las riquezas de los Cresos y de los Fúcares. El cobarde puede soñar que es valiente. Hasta por lo mismo que despierto le humilla y le atormenta su incurable cobardía, en sueños se consuela creando y atribuyéndose el denuedo de que carece.
Ingeniosamente impugnó Tiburcio estas razones, manifestando que el pordiosero y el fraile, sobre ser desvalidos y menesterosos, lo cual no es chica pena, pueden padecer además tormentos insufribles. ¿Has olvidado, acaso concluyó Tiburcio , cuánto te atormentabas en el claustro?
La de su casa... Yo no tengo ya casa... yo soy un pordiosero... ¿no lo ves? ¿no ves qué pantalones, qué levita?... Y mi hija... es una mala pécora... también me la han robado los curas, pero no ha sido este.... Este me ha robado la parroquia... me ha arruinado... y don Custodio me roba el amor de mi hija.... Yo no tengo familia.... Yo no tengo hogar... ni tengo puchero a la lumbre.... ¡Y dicen que bebo!... ¿qué he de hacer, Pepe?... Si no fuera por ti... por ti y por el aguardiente... ¿qué sería de este anciano?...
Algo de verdad hay en lo que afirmas dijo Morsamor . No carezco de riquezas. Además de las que llevo conmigo, tengo confiadas no pocas al fiel y cauto Gastón Vandenpeereboom. Puedo con desahogo aventurarme en las más altas empresas. Y sin embargo, me considero tan infeliz que preferiría volver a ser un pobre fraile, despreciado, viejo y enfermizo, o ser un ruin y hambriento pordiosero.
Aquí estamos los hombres caritativos para acudir á las miserias.... Dígame: ¿no me pidió usted noches pasadas? Pues sepa que no le di porque iba muy de prisa. Y la otra noche y la otra, tampoco le dí porque no llevaba suelto: lo que es voluntad la tuve, bien, que la tuve.» Claro es que el cesante pordiosero se quedaba viendo visiones, y no sabía cómo expresar su gratitud.
Palabra del Dia
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