Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de octubre de 2025


Se produjo un profundo silencio, el pianista preludió y Jenny Hawkins, como para acentuar el desafío lanzado á Tragomer, cantó el Ave María de Otello, que el joven había oído en San Francisco, en aquella velada memorable. La cantante detalló deliciosamente las angustias y las súplicas de Desdémona. Su pura y hermosa voz parecía haber ganado en flexibilidad y en extensión.

Yo soy el que se irá... En ciertos momentos es lo único que puede hacerse. La música y el ruido del baile volvieron á obstruir sus oídos. Pero todavía, al humanizar el pianista por unos instantes su tempestuoso tecleo, pudo escuchar otra voz.

También pudimos distinguir entre otras una jovencita muy linda llamada Rosario, con quien el pollo que está a su lado no había podido bailar la noche del sarao de Elorza a causa de la guerra que el pianista tenía declarada a las mazurcas. Los marineros iban ya a zafar los cables para emprender la marcha, cuando de una de las falúas salió una voz preguntando: ¿Y las de Ciudad?

De este modo, si no creaba, cuando menos se divertía extrayendo del depósito las notas, concertadas por el orden que se le señalaba en un papel. Llegó a ser un regular pianista. Después de su fracaso de poeta, quedábale el recurso de la prosa, que parece ser el prado del concejo para todos los aficionados a retozar en los campos acotados de las letras, y aun de las artes, las pedestres inclusive.

Sobre el atril permanecían abiertos varios cuadernos de música manuscrita. Al ver que Lubimoff se fijaba en ellos, el pianista hizo un gesto desesperado. Era grande su pobreza: tenía que dar conciertos para vivir, se veía obligado á estudiar obras nuevas. Habló de estos trabajos como si representasen la más cruel imposición de la realidad, la mayor decadencia de su vida.

Meyerbeer era a los nueve pianista excelente, y a los dieciocho puso en el teatro de Munich su primera pieza La Hija de Jephté; pero hasta los treinta y siete no ganó fama con su Roberto el Diablo. El inglés Carlyle habla en su Vida del Poeta Schiller de un Daniel Schubart, que era poeta, músico y predicador, y a derechas no era nada.

Temía que dijese algo terrible al repetir las murmuraciones de la otra dama, con su alegría rencorosa de misógino. El, por sus relaciones con Valeria, se consideraba unido á la duquesa y no podía tolerar nada contra ella. Se separaron después de algunos minutos de palabrería indiferente. Pero el pianista se arrepintió al instante, viendo la mirada iracunda que le dirigía Lubimoff.

No mostraba el pianista la menor sorpresa, como si se hubiese separado de él pocos minutos antes. Ni siquiera lo saludó. El asombro que dilataba su rostro, el escándalo y la envidia que le infundía esta fortuna insolente, necesitaban expansionarse con una protesta. ¿Ha visto, Alteza?... No sabe jugar. Va contra todas las reglas; va contra la lógica. No sabe... ¡no sabe!

Cada corte mío era una maravilla de precisión y de arte, señor, de arte. Gané los primeros premios en la Academia, y cuando se me expidió el título de Cirujano, se hizo constar en él que jamás se habían obtenido calificaciones más altas. La primera operación de importancia que ejecuté, después de haber sido recibido, fué la amputación de ambas manos del célebre pianista Gerosltein.

Este amigo suyo, a quien hacía mucho tiempo que no veía, le ha llamado. ¿Cómo negarse a los requerimientos de la amistad? No era discreto negarse, tanto más, cuanto este amigo es un excelente pianista, y Azorín se ha regodeado ya por adelantado con unos cuantos fragmentos de buena música. Tenía razón en sus augurios. Este amigo ha titubeado algo antes de sentarse al piano. ¿Por qué dudaba?

Palabra del Dia

mármor

Otros Mirando