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Actualizado: 27 de noviembre de 2025
A la caída de la tarde entraban las barcas de los pescadores, y bajo los tinglados de la playa quedaban colgando de escarpias peces enormes, con la cola arrastrando por el suelo, que sangraban lo mismo que bueyes; rayas y pulpos que despedían como pedazos de tembloroso cristal sus blancas viscosidades. Jaime amaba este puerto tranquilo, de misteriosa soledad, con un respeto religioso.
Tenemos siete brazas de agua les dijo con aire satisfecho . Nuestros pescadores no tendrán que fatigarse mucho. Pero ¿dónde está el trépang? preguntó Hans. El fondo está lleno de ellos. ¿No ves nada entre la arena y las algas? Me parece distinguir unos rollos que se mueven. Pues esos son las olutarias, o, si te parece mejor, los trépang que pescaremos.
En este entretanto, los doce pescadores que habían venido en guarda de Sulpicia, andaban entre la demás gente buscando a sus compañeros, abrazándose unos a otros, y, llenos de contento y regocijo, se contaban sus buenas y malas suertes: los del mar, exageraban su yelo, y los de la tierra, sus riquezas. "A mí decía el uno me ha dado Sulpicia esta cadena de oro."
Los ciegos y ciegas que el resto del año pregonan el papelito en el que está todo lo que se canta iban en cuadrilla, guitarra al pecho, vestidos de pescadores u odaliscas, mal pergeñados, con mugrientos trajes de ropería.
En el piso bajo entraban las olas mansamente por puertas y ventanas, sirviendo sus salones de refugio á las barcas de los pescadores. Los dos viajeros hablaban indudablemente de esta ruina, y el cochero, piadoso, olvidó su enfado para venir en su ayuda. Eso es lo que muchos llaman el palacio de la reina Juana... ¡Error, señores míos!... ¡Ignorancia de la gente indocta!
Y allá al fondo había un bosque muy grande y hermoso, que daba al mar azul, y en un árbol de los del bosque vivía un ruiseñor, que les cantaba a los pobres pescadores canciones tan lindas, que se olvidaban de ir a pescar; y se les veía sonreír del gusto, o llorar de contento, y abrir los brazos, y tirar besos al aire, como si estuviesen locos. «¡Es mejor el vino de la canción que el vino de arroz!» decían los pescadores.
"Dos meses anduvimos por el mar sin que nos sucediese cosa de consideración alguna, puesto que le escombramos de más de sesenta navíos de cosarios que, por serlo verdaderos, adjudicamos sus robos a nuestro navío y le llenamos de innumerables despojos, con que mis compañeros iban alegres, y no les pesaba de haber trocado el oficio de pescadores en el de piratas, porque ellos no eran ladrones sino de ladrones, ni robaban sino lo robado.
Los pescadores y molineros estaban admirados, mirando aquellas dos figuras tan fuera del uso, al parecer, de los otros hombres, y no acababan de entender a dó se encaminaban las razones y preguntas que don Quijote les decía; y, teniéndolos por locos, les dejaron y se recogieron a sus aceñas, y los pescadores a sus ranchos.
Un día, un aeronauta, enredado en el cordaje de su barquilla, asfixiándose por el gas que se escapaba del globo, cayó en medio del Sena, entre dos hileras de pescadores, inmóviles como estatuas á lo largo del margen. Ninguno se movió.
Dónde vivía la protagonista El barrio de Amparo era de gente pobre; abundaban en él cigarreras, pescadores y pescantinas. Las diligencias y los carruajes, al cruzarlo por la parte de la Olmeda, lo llenaban de polvo y ruido un instante; pero presto volvía a su mortecina paz de aldea.
Palabra del Dia
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