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Actualizado: 27 de noviembre de 2025
Si en ese momento una embarcación flota sobre la ola, es irremisiblemente sumergida. Así, durante días enteros, hemos presenciado el cuadro conmovedor de aquellos robustos pescadores, volviendo de su tarea ennoblecida por el peligro y zozobrando al tocar la orilla.
Como las costas arenosas de Bélgica no pueden abrigar á esos moluscos, los pescadores belgas van á buscarlos á las costas de Inglaterra para aclimatarlos en ostreras artificiales de donde salen al consumo. El tren del ferrocarril se detiene en un gracioso arrabal hácia al sud-oeste de la ciudad, arrabal compuesto de hoteles, quintas y jardines laboriosamente conservados.
A las ocho, después de servir á todos sus clientes, Pepeta se vió cerca del barrio de Pescadores. Como también encontraba en él despacho, la pobre huertana se metió valerosamente en los sucios callejones, que parecían muertos á aquella hora. Siempre, al entrar, sentía cierto desasosiego, una repugnancia instintiva de estómago delicado.
Así como hay pescadores de arenques, de ballenas y de focas, hay pescadores de trépang, los cuales todos los años, en la estación propicia, llegan desde los puertos más lejanos hasta las aguas del estrecho de Torres, del mar de Coral o del golfo de Carpentaria.
Conocíase una parte del desastre: lo que de él habían presenciado los pescadores de tres lanchas, únicas que hasta aquella hora habían logrado volver al puerto. Citábanse nombres y se pintaban escenas de horror y de heroísmo.
Si las señales son de tempestad, no hay aviso; pero si el tiempo es dudoso, los señeros, en vez de mandar recado a todos los pescadores, llaman sólo a los patrones, y en el extremo del muelle, al amanecer, discuten las probabilidades de que haya bueno o mal tiempo.
Si no se hubieran aprovechado de nuestra ausencia para abandonarse a sus instintos rapaces, todos estarían vivos y a bordo de este buque. Es verdad. Nosotros lo hubiéramos intentado todo por salvarles. Pero ¿qué dirá nuestro armador al vernos regresar sin olutarias y sin tripulación? Peor caso es el de muchos otros pescadores, que perdieron los buques y la vida. Es cierto, Van-Horn.
Las mujeres de los pescadores renunciaron entonces a ello en interés de aquél. Quedó, pues, en poder de D.ª Eloisa, la señora de D. Martín de las Casas, secundada por otras seis u ocho damas que de ningún modo quisieron renunciar a la participación de tan caritativa obra.
17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18 Y luego, dejadas sus redes, le siguieron. 19 Y pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes. 20 Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él.
Hoy hemos dicho que apenas se concibe un barco de vela; sin embargo, nuestro convencimiento en contrario era tan perfecto, como que el día diez y seis sólo habíamos andado doce millas. ¡Y nos faltaban ciento veinte! Indudablemente los barcos de vela quedarán relegados únicamente para el uso de los pescadores de caña y los jugadores al dominó.
Palabra del Dia
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