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Actualizado: 18 de julio de 2025


A la caída de la tarde entraban las barcas de los pescadores, y bajo los tinglados de la playa quedaban colgando de escarpias peces enormes, con la cola arrastrando por el suelo, que sangraban lo mismo que bueyes; rayas y pulpos que despedían como pedazos de tembloroso cristal sus blancas viscosidades. Jaime amaba este puerto tranquilo, de misteriosa soledad, con un respeto religioso.

Y se puso algo colorado, porque no sabía si los cánones sangraban o no, ni si la Sinodal hablaba del caso. ¡De modo que le van a enterrar como un perro! Eso es lo de menos dijo el maestro de la Fábrica toda la tierra está consagrada por el trabajo del hombre. Y además en muriéndose uno....

Juan Claudio volvió la esquina y entró en la casa; todos los demás le siguieron. Duchêne acababa de echar al fuego un haz de leña. Aquellos rostros ennegrecidos por la pólvora, animados aún por el ardor del combate, aquellos hombres, con los vestidos desgarrados por los bayonetazos, algunos de los cuales sangraban al salir de las tinieblas a la viva luz, ofrecían el más extraño espectáculo.

Sus uñas se retorcían alguna vez sobre el plomo o se quebraban sobre el vidrio; sus dedos sangraban, pero no hacía caso; si se detenía alguna vez, era para secarse la sangre, para escuchar los ruidos que podían venir de dentro y asegurarse de que Honorina continuaba durmiendo.

En el registro llevado a cabo, encontraron, entre otras cosas, una carta cuyo sobre estaba todavía sin cerrar, y que habían escrito y firmado Martí y Fermín Valdés Domínguez, para mandársela a un condiscípulo de ellos que había cometido la mala acción de apuntarse como oficial de un regimiento, siendo criollo, para ir a combatir a sus hermanos que en esos momentos bregaban y sangraban por conquistar para ellos y para todos, casa libre y justa.

Por mucho de notable que tuviera el exterior de este establecimiento, con su puerta verde, sus cortinas blancas, su redoma de sanguijuelas, su cartel de letras rojas, adornado con dos viñetas dignas de Maella, que representaban la una un individuo en el momento de ser afeitado, y la otra una dama á quien sangraban en un pie, mucho más notable era su interior.

Palabra del Dia

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