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Entre tanto, la de Rubín estaba sola con la enferma, porque Severiana se fue a la cocina. Le arregló las almohadas, y después ambas se estuvieron mirando. Fortunata pensaba en la simpatía inexplicable que aquella mujer le había inspirado siempre, a pesar de ser tan loca y tan mala. ¿Sería tal simpatía un parentesco de perversidad?

A pesar de ello, no considero esta falta gravísima como signo de perversidad del alma. Esta falta y otras como ella, son, en determinadas gentes, obra de ciertas deficiencias, a veces constitutivas, a veces impuestas por la educación; falsas ideas que se adquieren de las cosas, por el modo erróneo de considerarlas.

No hay duda de que en la misma ignorancia se encuentra respecto á su alma, su actual perversidad y su futuro destino. Me parece, caballeros, que no hay necesidad de proseguir adelante. Ester tomó entonces á Perla y la estrechó entre sus brazos, mirando al viejo magistrado puritano casi con una feroz expresión en los ojos.

Referirle lo ocurrido era ya para ella un verdadero castigo de su perversidad, porque de sólo pensar que lo refería, le entraba espanto. ¡Bueno se iba a poner Feijoo, al saber que la chulita había hecho mangas y capirotes de la doctrina práctica expuesta con tanto ardor y cariño por el simpático anciano, cuando dispuso la separación! ¡Cuánto mejor no haberse separado de aquel hombre sin igual! ¡Ella le habría soportado en su vejez caduca, y habría sido feliz cuidándole como se cuida a un niño inocente!

Perteneció á Francini, noble veneciano que tenia dos hijos: al morir, dispuso que heredasen por iguales partes, y no habiéndose convenido de modo alguno, en razon á la perversidad del uno, se demolió exactamente la mitad del hermoso palacio, quedando dividido por el medio segun se ve hoy todavía.

Y esta es la Elena se dijo que, igual á la del viejo poeta, originó la guerra entre los hombres en un rincón de la tierra... La duda formulaba preguntas en su interior. ¿Había sido esta mujer verdaderamente mala, con plena conciencia de su perversidad?... ¿Era una ansiosa de los placeres de la vida, que avanzaba inconsciente, sin reparar en lo que iba aplastando bajo sus pies?...

22 Porque son vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne. 23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. 24 Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de labios. 26 Pesa la vereda de tus pies, y todos tus caminos sean ordenados. 27 No te desvíes a diestra, ni a siniestra; aparta tu pie del mal.

No podía conocer ya la cifra de su dote... ¿quién lo habría informado? ¿Por qué entonces suponer que su admiración se fundaba en cálculos interesados? ¿Por qué no creer más bien que Diana inventaba una perversidad para amargarle el placer de haber gustado a Huberto?

Infiero yo de todo lo dicho que no debemos achacar a corrupción de nuestro siglo, ni a perversidad del linaje humano, este amor entrañable que todo él profesa al dinero. ¿Qué otra cosa ha de amar en la tierra, si no ama el dinero, que las representa todas, las simboliza y las resume? Lo cierto es que casi todo lo útil, lo conveniente, lo práctico que se hace en el mundo, se hace por este amor.

Y ahora Raquel dormía, la pobre Raquel que no olvidaba, ciertamente, la perversidad de Adriana, y que no había vuelto a hablarla desde la ocasión del penoso diálogo en casa de su tío. Ahuyentando esta idea penosa, siguió divagando; algunas frases de Julio que tornaban murmurando a sus oídos, le hacían el efecto de una pura y permanente adoración.