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Actualizado: 5 de julio de 2025


El cielo despejado parecía sobre nuestras cabezas y todo alrededor bóveda de zafiro limpio y claro. Y la risueña costa iba alejándose, esfumándose en el aire, y, por último, sepultando sus cocoteros, sus palmas y toda la pomposa lozanía de sus ricos campos y de su perenne verdura en áureo piélago de líquidos rubíes, que tal era el aspecto del mar al sepultarse también el sol en el ocaso.

Lo que me ha de curar es el mundo, amiga querida, es el mundo con todo lo bueno que encierra, la sociedad, la amistad, las artes, el viajar, el mucho ver y el mucho oír; que verdaderamente, aunque mi madre crea lo contrario, la mayor parte de lo que se ve y oye en el mundo es honrado, lícito y provechoso... Apártenme de la soledad, que es causa de mi perdición; apártenme de las meditaciones, del cavilar, de este perenne volteo y constante rodar sobre el eje de una sola idea.

De este modo no fué posible a Lope imponer una alta significación a su vida: enamorado perenne, no pudo, sin embargo, crearse un amor digno de inmortalidad, como los de Dante o Petrarca, sino que permaneció siempre en un bajo terreno de sensuales devaneos: hombre de mundo, no supo labrarse una posición independiente, y es triste ver sus regias facultades empleadas en mendigar favores del Duque en tantas de sus cartas.

Entrar en ella es poner el pie en el imperio de la Eternidad. Es la vida del espíritu. El mundo no puede cambiarla ni el tiempo destruirla, porque es ella el principio mismo del tiempo y del mundo. Gustó la vida en Dios; vivió más allá del tiempo en la fuente misma ideal y perenne del mundo imaginativo que nos envuelve. Sus días ya no se deslizaban tristes y ansiosos como una porción del tiempo.

Cierto que me quedaban las ligaduras de un compromiso solemnizado tantas veces y delante de tantas y tan distintas personas; pero también era verdad que a ese compromiso le había puesto yo la limitación de «en cuanto me fuera posible», y que, suponiendo que llegara a ser capaz de penetrar la obra de mi tío para trabajar en ella, mi trabajo no sería continuo ni a cada hora, ni siquiera de cada día, al paso que la tediosa realidad que me asfixiaba era continua, perenne, de todos los momentos.

Poco a poco, sin gran calor, pero con perenne ternura, me saturé de aquellas reminiscencias, el solo atractivo casi vivo que de ella me quedaba, y aun no habían pasado quince días desde la partida de Magdalena cuando aquel recuerdo invasor no se apartaba de mi mente ni un instante. Una tarde subí al cuarto de Oliverio y, como siempre, pasé por delante del de Magdalena.

Su criterio vale, por lo menos, tanto como el de sus antecesores. Yo me siento viejo, enfermo y olvidado, pero mi espíritu ansía la juventud perenne. No hay nadie «consagrado». La vida es movimiento, cambio, transformación. Y esa inmovilidad que los viejos pretenden poner en sus consagraciones va contra todo el orden de las cosas. La sensibilidad del hombre se afina a través de los tiempos.

Las puntas superiores de las cañas, con que se entretejen aquellas rejas o verjas, suelen tener por adorno sendos cascarones de huevo o lindos y esmaltados calabacines. Las abejas y las avispas zumban y animan el patio durante el día. El ruiseñor le da música por la noche. En el invierno, la cordobesa tiene buen cuidado de que plantas de hoja perenne hermoseen su habitación.

Desde que llegó la carta de Serafina fue la existencia de Bonis de lucha continua consigo mismo; una batalla perenne, como tantas otras que se había dado a propio, siempre derrotado.

Moreto no tenía esa imaginación é inventiva inagotable de Lope, Calderón, Tirso y Alarcón; faltábale, sin duda, esa fecundidad siempre perenne de fantasía, peculiar en tan supremo grado de aquellos poetas; pero, en su lugar, se distinguía por su gusto dramático depurado y sensato, y por la rara cualidad de saber arreglar y perfeccionar para la escena argumentos ya trazados.

Palabra del Dia

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