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Actualizado: 19 de julio de 2025
No voy, pues, a disculparme, sino a explicar mi conducta. Así me comprenderás, aunque no me perdones. Seguí tu consejo y coqueteé con el Conde, porque el Conde me enamoró. Fríamente, por cálculo, jamás hubiera coqueteado con él.
Pero no poner en los Prólogos sino escusas, ponderaciones de su trabajo, y dexar á los lectores para que juzguen si ha cumplido, ó no con la empresa, son exâgraciones que ocasiona el amor propio. ¿Pues qué dirémos de los perdones que piden?
Mil diversas emociones de temor, de arrepentimiento, de cariño, de duda, de alegría y ansiedad cruzaron en un segundo por el corazón del joven marqués, que dobló la rodilla exclamando con acento conmovido: ¡Marta, por Dios, me perdones la necedad que acabo de decir!... ¡Soy un estúpido!... ¡Acababa de soñar unas cosas tan tristes, y de repente terminaron todas tan bien!... No me resignaba a dejar escapar así la felicidad... Una idea absurda me vino a la cabeza, inspirada por el mismo deseo de verla realizada... Pero no..., no..., yo no puedo ser ya feliz en la tierra... Nací para ser desgraciado... Afortunadamente moriré pronto, como mi padre... y como mi madre... Perdóname esta locura de un momento y no llores... ¿Quieres saber lo que soñaba?... Te lo voy a decir, porque será quizá la última vez que me veas... Soñaba..., soñaba, Marta, que me querías.
Paso a paso, fuerza y bríos fué mi espíritu cobrando: «Caballero dije o dama: mil perdones os demando; mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza me vinisteis a llamar, y con tal delicadeza y tan tímida constancia os pusisteis a tocar que no oí» dije y las puertas abrí al punto de mi estancia; ¡sombras sólo y... nada más!
Pido a usted mil perdones, caballero, si he venido a importunarle, pero, usted conoce a mi sobrino, y por él conozco yo sus cualidades recomendables... Misia Casilda, francamente, no sabía cómo exponer el asunto que la llevaba, de modo que lo entendiera míster Robert y el buen nombre de Quilito no sufriera menoscabo. Esto es una consulta de médico, más bien insinuó sonriendo tristemente.
Y así, es por demás decir que nos saque vuestro padre, si alguno no nos reza en alguna cuenta de perdones y nos saca de penas con alguna misa en altar previlegiado. Entre estas pláticas y un poco que dormimos, se llegó la hora de levantar. Dieron las seis y llamó Cabra a lición; fuimos y oímosla todos.
Lo digo sin rebozo; seré un africano bravío, un hombre montaraz; pero casi, casi me va fastidiando este enorme bazar de sonrisas, de genuflexiones, de perdones, de gracias: esta exposicion universal de exageraciones y de bicocas. Pero no digo bien; me fastidiaba antes; ahora no.
Noble es el abencerraje, Por tu hijo le has tenido; Que le perdones te pido, Pues es de honrado linaje. ZORAID. ¿Cómo te puedo negar Cosa que tan justa es? NARV. Besa, Abindarráez, sus pies. ABIND. Temblando habré de llegar. Llegad, Jarifa, también. ZORAID. Por mis hijos los recibo. Mas quedaos con el cautivo. NARV. Es de Jarifa. ZORAID. ¿De quién? NARV. A Jarifa se le di.
Tú eres nuestro Padre, que estás en el cielo y debemos ser perfectos como tú, perdonando a quienes nos ofendan, y pidiéndote que los perdones porque no saben lo que se hacen. Yo debo recordar las bienaventuranzas. Bienaventurados cuando os ultrajaren y persiguieren y dijeren todo mal de vosotros. El sacerdote, el que va a ser sacerdote, ha de ser humilde, pacífico, manso de corazón.
Al día siguiente recibió Isidora una carta de Joaquín incluyéndole algunos billetes de Banco, y pidiéndole perdones mil por el caso del día anterior. Decíale que si alguna palabra áspera y malsonante salió de sus labios al despedirla, la tuviese por dicha en son de broma o por no dicha. Finalmente, le pedía permiso para verla de nuevo en casa de Relimpio.
Palabra del Dia
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