Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de junio de 2025


Pero mis palabras, débiles mariposas, apenas si podrán en su vuelo llegar hasta vosotros, y apenas si podrán expresar el sobrenatural trastorno que de se ha apoderado, desde que , porque lo he prometido, que es deber mío rememorar su vida llena de sacrificios y perdones, recordar sus doctrinas bañadas de fe y amor, decir algo que sea de su literatura y poesía originales, rendir mi homenaje de admiración y de cariño entrañable al hombre sin tacha, a pesar de fealdades e impurezas de la tierra, al hombre dulce y amable, que es hoy, al cabo de quince larguísimos años de desaparecido, luz serena y deleitosa en mi cerebro, ternura y bondad y alas en mi corazón... ¡Su vida! ¿Y podrá el pensamiento desbordado seguirla en su carrera de gloria y de dolor? ¿Podrá la palabra humana, humo y cáscara, y vestidura tantas veces de las más bajas pasiones, relatar tanta grandeza como encierra su vida?

Hemos concluido, te digo que hemos concluido... Bien, me acuesto porque quiero, no porque me lo mandes... ¡Vaya!...». Poco después se oía en la alcoba lo siguiente: «Que te estés quieto... No vayas a creerte que ahora te voy a perdonar. No, si no me engatusas... ni hay tilín que valga. Ya van quince y raya. No están los tiempos para perdones, caballerito.

Cristeta prosiguió: Tal vez no me perdones estos engaños, hijos de mi amor, y, sin embargo, me agradecerías los besos que ahora te diera, aunque fuesen robados a otro hombre. Te juro que no he mentido en nada.

Su óptico, M. Luna, apresurose a pedirle mil perdones, enviándole unas gafas nuevas, que se rompieron también por igual sitio antes de transcurrir veinticuatro horas. Otras terceras sufrieron la misma suerte; trajeron por cuarta vez otras nuevas, y les ocurrió en seguida otro tanto. El óptico no sabía ya cómo excusarse.

Amaury y Antoñita cambiaron una mirada y Felipe, avanzando con gravedad hacia el doctor le dijo solemnemente: Pídole mil perdones, señor de Avrigny, por presentarme aquí con tal desaliño en el traje, que hasta traigo agujereado el sombrero; pero las circunstancias que me obligan a venir son tan especiales que no admiten dilación.

Padre mío, dijo la joven mientras ayudaba al anciano á sentarse en cómoda poltrona, olvidáis que estos buenos señores que nos han protegido son también ingleses.... ¡Mil perdones! Pero ¡quién lo dijera! Mirad, señores míos, estas obras de arte que aquí tengo; quizás os interesen, aunque entiendo que allá en vuestra isla no se conoce más arte que el de la guerra.

Por la saña del Egipcio, y los reiterados perdones que le pedia la dama, coligió que él era zeloso y ella infiel; pero habiendo contemplado á la muger, que era una beldad peregrina, y que ademas se parecia algo á la desventurada Astarte, se sintió movido de compasion en favor de ella, y de horror contra el Egipcio.

Pero a esto me replicará usted que me meto en lo que no me importa, y a buena cuenta le pido mil perdones por el atrevimiento.

Esta bajó la cabeza balbuciendo ruborizada: No te acuerdes más de eso. No lo traigo á la memoria para echártelo en cara. Lo hago únicamente para que me perdones lo que he dicho al hablar de tu madre. Aunque me jures lo contrario, seguiré creyendo que ha tenido la mayor parte de la culpa. Te engañas.

¿Qué busca, doctor? dijo una voz a mi izquierda, que reconocí por la de uno de mis compañeros de viaje. ¡Psit! Trato de echar mano a este maldito gallo que no nos deja dormir y retorcerlo el pescuezo. Pido a usted mil perdones, señor, pero la culpa la tiene mi muchacho, a quien encargué anoche me colocase el gallo en sitio seguro; el animal lo ha traído aquí. ¡Ah! ¿con qué es suyo?

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando