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Actualizado: 19 de junio de 2025


En cuanto Ana volvió en , pidiendo mil perdones por haber turbado la fiesta, don Víctor, de muy mal humor, ya sin miedo, la llenó el cuerpo de pieles, la embozó, se despidió de la amable compañía y con la del Banco se llevó a la Regenta a la cama. «¡El humo! ¡el calor, la falta de costumbre, la polka después de cenar, las luces!... Cualquier cosa, en fin, aquello no valía nada.

La aureola de su rubio cabello persistía aún; era más fino, más etéreo y sedoso, pero, a pesar de su abundancia, no ocultaba los huecos de las sienes cruzadas de azules venas. Clara dijo Juan en tono de reproche. ¡Te ruego me perdones, Juan! dijo, dejándose caer en una silla, pero asida aún de su mano, perdóname, amigo mío, pero ya no podía aguardar más; me hubiera muerto.

De él colgaban muchos manojos de imágines, cruces y cuentas de perdones que hacían ruido de sonajas. Bendecía las ollas y al espumar hacía cruces con el cucharón. Yo pienso que las conjuraba por sacarles los espíritus, ya que no tenía carne.

¿Quién quiere matarla? ¡Yo no quiero eso! había interrumpido don Víctor al oír esto. Pero Frígilis había replicado: quieres tal, si le dices que lo sabes todo. Lo que hay que hacer hay que pensarlo; yo no digo que la perdones, que esa sea la única solución; pero confiesa que el perdonar es una solución también. Perdonarla es transigir con la deshonra.... Eso ya lo veríamos. ¿ eres cristiano?

Es que la conciencia se me ha subido aquí al cuello, a la cabeza, y me pesa tanto, que no puedo guardar bien el equilibrio... Déjame que me prosterne ante ti y ponga a tus pies todas mis culpas para que las perdones... No te muevas, no me dejes solo, por Dios... ¿A dónde vas? ¿No ves mi aflicción? Lo que veo... ¡Oh! Dios mío. Juan, por amor de Dios, sosiégate; no digas más disparates. Acuéstate.

El traje de la de Astorgüela era sencillo y negro, de un negro brillante y nuevo, junto al cual pardeaban la sotana y el manteo de Tirso. Lo primero comenzó ella pido a usted mil perdones por mi atrevimiento: debía haber procurado esta entrevista de otro modo, pero deseaba que honrase Vd. mi casa y quería que hablásemos a solas; ante todo, para felicitarle por su elocuencia y su rasgo de valor...

A lo que respondió el otro con voz glacial: Ya lo veo; pero como el punto que usted toca no es el que yo deseaba ventilar... Sin duda, me ha comprendido usted mal, o yo no he sabido explicarme bien. De cualquier modo, mil perdones por el tiempo que la he robado, y mil gracias por sus bondades.

Te lo juro; créeme; te lo juro por la salvación de mi alma; no le rechacé porque entraste, y más duramente lo hubiera rechazado yo si no entras. Vengo a decírtelo para que me perdones, porque te amo. Quiero que lo sepas: estoy arrepentida de haberte despedido y me muero por ti y no puedo vivir sin ti.

Pocos se van de las romerías sin algunos de estos dulces en un pañuelo, los cuales toman el nombre de perdones, por ser la ofrenda que los romeros hacen á su familia en recompensa de haberse quedado en casa mientras ellos se divierten.

Aguarda, que a puros palos Le haré que el camino tome A reñir a su mujer Los celos que se le antojen. NARV. Páez, no salga ninguno, Si no es que el moro responde Que no está contento desto. PÁEZ. Suplícote me perdones, Que le he de quitar la vida. ORTU

Palabra del Dia

rigoleto

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