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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Fuese Cornias y preguntó Nieves a Leto: ¿Tan cerca estamos ya? En cinco minutos llegamos... ¡Ay, Dios mío! exclamó Nieves, palideciendo algo, ¡qué hormiguillo me entra ahora!... ¿Será miedo? Hay para tenerle, contestó el otro tiritando en su interior. Pues ánimo repuso ella con la voz algo insegura , y pensemos en lo más para no temer lo menos. Antes se lo dije también.
Si esto ha sido por orden del rey nigromante de vuestro padre, temeroso que yo no os diese la necesaria y debida ayuda, digo que no supo ni sabe de la misa la media, y que fue poco versado en las historias caballerescas, porque si él las hubiera leído y pasado tan atentamente y con tanto espacio como yo las pasé y leí, hallara a cada paso cómo otros caballeros de menor fama que la mía habían acabado cosas más dificultosas, no siéndolo mucho matar a un gigantillo, por arrogante que sea; porque no ha muchas horas que yo me vi con él, y... quiero callar, porque no me digan que miento; pero el tiempo, descubridor de todas las cosas, lo dirá cuando menos lo pensemos.
¡Oh! ¡Dios mío! dijo, comprendiéndolo todo ¿con qué tanto la ama usted? Amparo me ha convertido en un niño le respondí. ¡Que feliz hubiera sido amándole a usted! No pensemos en eso. Le he llamado a usted, no para hablarle de mi amor, sino para pedirle que me ayude, que me auxilie. ¿Y en qué? ¿Cómo? Yo comprendo que Amparo ha entrado en el convento desesperada.
Esta la necesitamos muchas veces, porque pensamos solo muy confusamente lo que se halla en el concepto que ya tenemos, y hasta sucede que no lo pensemos de ningun modo. A cada paso estamos viendo que una persona dice una cosa y sin notarlo se contradice luego, por no advertir que lo que añade se opone á lo mismo que habia dicho.
¿Os acordáis, señor cura? díjele indicándole el cerezo, a que había trepado Pablo. Pensemos en otra cosa, Reinita. ¿Acaso me es dable, señor cura? ¡Si supierais cuánto le quiero! Os aseguro que no tiene defectos. Una vez en este terreno ningún poder humano me hubiera podido detener, tanto más cuanto que en el Pavol me veía obligada a ocultar mis impresiones.
Aquel mismo día, como si la misma advertencia de partida hubiera sido recibida por cada uno de nosotros, Magdalena me dijo: Es tiempo de que pensemos en las cosas serias. Los pájaros a los cuales deberíamos imitar se han marchado hace ya más de un mes. Hagamos como ellos, créame usted. Estamos a fines del otoño. Regresemos a París. ¿Ya? le dije con una expresión de pena que no pude evitar.
Esta mujer había sido la preparadora inconsciente de muchos asesinatos... Y al mismo tiempo evocaba la imagen de la otra, de la amante que sabía retenerle con sus artificios en el viejo palacio de Nápoles, haciendo de la voluptuosa prisión el mejor de sus recuerdos. «No pensemos más en ella se dijo con energía . Ha muerto... No existe.» Pero ni aun después de muerta le dejaba en paz.
Carola, dejándole con la palabra en la boca, recorrió las demás habitaciones en que no había muebles, y volvió al gabinete diciendo con desapudorada malicia: Chico, ¿sabes que aquí falta un mueble muy importante?: aquel que se nos desvencijó a nosotros, ¿u es que el caballero amigo tuyo trata a la señora como santo de barro, que se mira y no se toca? Déjate de eso, y pensemos en nosotros.
Me mortifica, me pone nervioso y colérico el ver que hay alguien que posee una parte de mi secreto. Ahora no pensemos más que en Currito Báez. Amigo, siento deseo irresistible, anhelo profundo de matar a un hombre. Yo también. ¿Cuándo le despachamos? Mañana por la noche se lo diré a usted. ¿Quiere usted que le ejercite un poco en la esgrima? Nada más oportuno. Vengan los floretes.
Dios nos libre de espectros como de bastardos... los unos y los otros acaban por pesar mucho... no pensemos en echar peso sobre nuestra conciencia. Pero... ¡no bebes, luz de mis ojos! No... me basta con la embriaguez de mi amor, ya que he perdido el corazón no quiero perder la cabeza. Resígnate á ser mío, y no esperes escapar por ningún medio; te tengo, y no te he de soltar tan pronto.
Palabra del Dia
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