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Actualizado: 12 de junio de 2025
El que le viese deslizarse solapadamente por las calles, oculto en la sombra y volviendo á cada instante la cabeza, no pensaría ciertamente que tuviese vivos deseos de andar con los intestinos á nadie. Bien había echado de ver su ausencia Velázquez allá en la tienda de Crisanto.
Contra esto se rebelaba el orgullo de don Luis con titánica pujanza. ¿Qué se diría de él, y sobre todo qué pensaría él de sí mismo, si el ideal de su vida, el hombre nuevo que había creado en su alma, si todos sus planes de virtud, de honra y hasta de santa ambición, se desvaneciesen en un instante, se derritiesen al calor de una mirada, por la llama fugitiva de unos lindos ojos, como la escarcha se derrite con el rayo débil aún del sol matutino?
Le formarían causa por alterador del orden público. ¿Qué sería de él? Además había cometido una gran falta en no visitar inmediatamente á su tío. ¿Qué pensaría Clara? Al verse sumergido en una especie de sepulcro, su imaginación principió á divagar. Estaba débil y muy fatigado. En cuarenta y ocho horas había dormido apenas cinco; además la falta de alimento le extenuaba.
Empecé a reflexionar qué pensaría de mí la gente del hotel cuando vieran la clase de visitante que recibía, porque el Saboya es uno de los más elegantes de Florencia; pero pronto se disiparon mis recelos, porque al salir, oí exclamar, en italiano, al portero del hall: ¡Hola, Babbo! ¿Algún nuevo remiendo?
¡Ah, es así! Pues bien, cambiemos de nota. ¡Devuélvame a mi hijo! Es mío; y supongo que convendrá usted en ello. Cuando se lo cedí, puse condiciones. Como usted no ha cumplido su palabra yo retiro la mía. Señora respondió Germana , si usted quisiera a ese niño no pensaría en despojarlo de su nombre y su fortuna. ¡No me importa! Lo quiero para mí, como todas las madres.
El Vivero, Mayo 1... Llueve, son las cinco de la tarde y ha llovido todo el día. In illo tempore, me tendría yo por desgraciada sin más que esto. Pensaría en la pequeñez y la humedad de las cosas humanas, en el gran aburrimiento universal, etc., etc.... Y ahora encuentro natural y hasta muy divertido que llueva. ¿Qué es el agua que cae sobre esas colinas, esos prados y esos bosques?
«Si pensaría Quintanar que una mujer es de hierro y puede resistir, sin caer en la tentación, manías de un marido que inventa máquinas absurdas para magullar los brazos de su esposa. Su marido era botánico, ornitólogo, floricultor, arboricultor, cazador, crítico de comedias, cómico, jurisconsulto; todo menos un marido. Quería más a Frígilis que a su mujer. ¿Y quién era Frígilis?
A la hora acostumbrada se acostó; pensó un poco en lo que Luz pensaría de su constipado, y, ¡cosa rara!, se durmió como un bendito... hasta el amanecer. El despertar fue terrible, ¡eso sí!... Todo lo ganado antes del sueño en una batalla de muchas horas contra las negras ideas, se pierde en un instante al despertar. Esto lo saben todos los hombres que han tenido tempestades en la cabeza.
Tomole de la mano, y yo, por no hacer un papel desairado, le tomé por la otra, y comenzamos a caminar lentamente llevándole en medio. Confieso que maldita la gracia que me hacía aquel chiquillo sucio y haraposo, feo hasta lo indecible; pero quien me viese en aquel instante llevándole suavemente, sonriéndole con dulzura, dirigiéndole frases melosas, pensaría a buen seguro que le adoraba.
Crea usted que con todo lo que le estimo y le considero, no llevaría mi abnegación hasta el punto de brindarle con prenda de tan alto valer, si fuera mía en el sentido que usted se había imaginado. Esto sin contar con que, aun sin ese soñado compromiso, sabe Dios lo que la huéspeda pensaría de estas cuentas, si nos estuviera escuchando por el ojo de esa cerradura.
Palabra del Dia
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