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Actualizado: 15 de junio de 2025
Gracias, Santos, gracias: de mi cuenta corren vuestros adelantamientos: por lo pronto guardad esto en memoria mía. La condesa se sacó del seno un relicario de oro guarnecido de perlas y diamantes y del hermoso cuello la cadena de que pendía. Había algo de tentación en dar á un hombre una prenda tan íntima, cuando podía haberle dado una de las ricas sortijas que llevaba en las manos.
La lamparilla no quería arder, su resplandor vacilante luchaba contra las sombras que bailaban sin interrupción en la cama y en las paredes. Frente a mí pendía la corona de yedra, negra y puntuosa; parecía una corona de espinas. Eran más o menos las diez, cuando Marta se puso a delirar.
Puso un anzuelo nuevo; un enorme gancho, en el que ensartó varios roveles, y sin soltar el timón agarró un agudo bichero. ¡Flojo golpe iba a soltarle a aquella bestia estúpida y fornida como se pusiera a su alcance! El aparejo pendía de la popa casi recto. La barca volvió a estremecerse, pero esta vez de un modo terrible.
Quise interrogarlo, pero me hizo una señal con la mano y se aproximó rápidamente á una ventana como para mirar hacia afuera. Entré, mi madre estaba medio acostada en su butaca, fuera de la cual pendía uno de sus brazos como inerte.
En la plaza y sitio que había de ocupar el nuevo templo se había levantado un cadalso para las autoridades, los próceres del pueblo y las damas. Desde este cadalso, el obispo colocaría la primera piedra, que ya pendía de unos cordones de seda, perfectamente preparada. En el teatro no cesaba el martilleo para colocar la mesa del banquete, guirnaldas y trofeos.
Pero no pendía del hilo, sino que, al contrario, flotaba en el espacio tirando de él. Era del tamaño de un palomo, pero desarrollaba una fuerza impropia de su volumen, fuerza que mantenía el hilo de plata con la tensión vibrante de una cuerda de piano, no permitiendo que el hombre contrajera su brazo.
Por entre los pliegues de la cortina se veía un gran lecho matrimonial de palo santo, y cerca de él otro pequeñito de niño: la estancia, esclarecida débilmente por una lámpara veladora de bomba esmerilada que pendía del techo. Calla dijo la generala suspendiendo el aliento e inclinando la cabeza hacia la alcoba, creo que despierta mi Chuchú.
Por todas partes indicios de abandono y ruina: las ortigas obstruían la especie de plazoleta o patio de la casa; no faltaban vidrios en las vidrieras, por la razón plausible de que tales vidrieras no existían, y aun alguna madera, arrancada de sus goznes, pendía torcida, como un jirón en un traje usado.
Abrí por curiosidad, y mis miradas se hundieron en una verdadera capilla ardiente, de la que se desprendían perfumes desconocidos... Colgaduras por todas partes, alfombras... una lámpara de iglesia pendía del cielo raso... y, allá, en el fondo, sobre un estrado, se alzaba una especie de catafalco, con adornos dorados y un cubrepiés de seda... ¿Y allí dentro era donde habría tenido que dormir yo?
De una ancha correa cruzada al hombro pendía henchido zurrón de los que por entonces usaban los viajeros; llevaba en la diestra un grueso bastón herrado y en la otra mano su gorra de paño pardo, que tenía cosida al frente una gran medalla con la imagen de Nuestra Señora de Rocamador. Veo que estás ya pronto á ponerte en camino, hijo querido.
Palabra del Dia
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