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Y cuando cantó por fin y comenzó a sonar su nombre, cuando yo me extasiaba ante los resultados de mi sacrificio, llega ese fantasmón de Franchetti, y cantando sobre las tablas dúos y más dúos de amor, acaban por enamoricarse, y tengo que casar a la niña para que no me ponga mal gesto ni me parta el alma con sus lloros. Ustedes no saben lo que es un matrimonio de cantantes.

El hidalgo, que se tambalea de borrén a borrén, le gobierna sin cordura, y tan pronto le castiga con la espuela como le recoge las riendas. Cuando el caballo se encabrita, luce una gran destreza y reniega como un condenado. ¡Maldecido animal!... ¡Tiene todos los demonios en el cuerpo!... ¡Un rayo me parta y me confunda! UNA VOZ ¡No maldigas, pecador!

Lo mesmo que endenantes, ¿lo ves?...; hasta diez que han de ser ... ¡si cuando yo digo una cosa! ¡Mal rayo te parta! ¿Pues no te he dicho que había que desquitar treinta riales que debías en la taberna? . Pus esos treinta que te faltan hasta los doscientos, son los que te dieron de menos.

Simón Aluardo, para serviros. Pues mírame bien, camarada, y no tendré necesidad de nombrarme. ¡Mala bombarda me parta si no es esa la cáfila de Reno el arquero! Embrasse-moi, camarada; y ambos amigos se estrecharon como dos osos. , el arquero Reno, ahora ballestero al servicio del barón, y casi olvidado ya de disparar ballesta ó arco.

Dígole que es preciso cuidar esa cabeza... ¡Otra vez a leer! Bueno; usted se acordará de ... leer, leer, y el aparato cerebro-espinal que lo parta un rayo... Tararí, tararí... Seguía cantando y el otro ¡plum!, se chapuzaba otra vez en su lectura.

Siempre se le habrán cambiao en el camino pa que no te se parta á ti el corazón de envidia al ver á la tu Gallarda con el campano que han puesto á la otra probe.... ¡Viva la josticia!; ¡á la novilla de la mi vecina, que no puede con el rabo, le han puesto el segundo campano! ¡Callarvos, lenguatones! interrumpe un viejo que, de puro viejo, no puede ya con las bragas: ¿que más vos da?

Esta casa es ordinariamente muy silenciosa; pero cuando hay ruido, parece que se hunde el mundo. ¡Figúrese usted qué nos importará a nosotros que cumpla no cuántos años ese señor Emperador, a quien parta un rayo! ¡Valiente jaqueca nos dio anoche!... Pase usted. Hoy le encontrará un poco aturdido a consecuencia de la mala noche». Don Evaristo se hallaba ya en lastimoso estado.

La puerta del jardín está ya cerrada y guardada por ellos. A este lado del cenador, junto a la tapia, hallará una escalera, puesta allí para salvarlo... ¿Y usted? Yo representaré mi papel. Si el Duque descubre lo que estoy haciendo, no volverá usted a verme nunca. De lo contrario, quizás yo... Pero no importa. Parta usted. ¿Y qué le dirá usted? Que usted no acudió a la cita. Que sospechó el lazo.

¡Por piedad, no hable usted así de una mujer que tiene doble vista! no parta hoy; ahora mismo una gaviota blanca y negra revoloteaba por encima del barco lanzando agudos gritos; eso es de mal augurio... ¡no parta usted!

Ahora te ha dado por proteger a ese Tenorio fiambre, y le quieres más que a , y a él le atiendes y a no, y de él te da lástima, y a , que tanto te quiero, que me parta un rayo». Rompió a llorar la señora, y Benina que ya sentía ganas de contestar a tanta impertinencia dándole azotes como a un niño mañoso, al ver las lágrimas se compadeció.