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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Pendiente sobre un seno que palpita callada exhalas de tu olor la huella. No hay otra flor que te aventaje a bella ¡Por algo te pusieron sampaguita! Igual que una esperanza de bonita, eres flor y pareces una estrella; y no hay mejor adorno de doncella, ni perfume más fino necesita.
«Nos hemos alejado mucho dijo Maximiliano ofreciéndole su brazo . Apóyate y así no cojearás tanto... ¿Sabes lo que pareces así, llevada a remolque?... pues una embarazada fuera de cuenta, que ya no puede dar un paso, y yo parezco el marido que pronto va a ser padre». No pudo menos de hacerla reír esta idea, y recordando que la noche anterior, Maximiliano, en las efusiones epilépticas de su cariño, había hablado algo de sucesión, dijo para su sayo: «De eso sí que estás tú libre».
Habían llegado frente a la gran casa de Brull. Rafael buscaba con su llave la cerradura. Y bien dijo el viejo irritado, ¿qué dices tú a todo esto? ¿Qué piensas hacer? Contesta; pareces mudo. Yo repuso el joven con energía yo haré lo que mejor me parezca.
«¿Sirven estos ramos de caracoles?» dijo la del guarda de consumos, mostrándolos en la puerta de su casa. Ya lo creo. Llévalos. Y tú, Rita, recógete esas melenas, mujer, que pareces una cómica. Es preciso que estéis todas muy decentes. La mujer del sereno se disponía a encender el farol de su marido y a ponerlo colgado del chuzo en la reja de la cocina.
«Si no me das un abrazo me meto en la jaula del león... Quiero que me almuerce. O tu amor o el suicidio. Si pareces un loco. El suicidio es la plena posesión de sí mismo, porque al echarse el hombre en los amorosos brazos de la nada... Pero vamos a ver a esos señores mamíferos. ¿Qué son mamíferos? preguntó Isidora, firme en su propósito de instruirse. Mamíferos son coles.
Maxi se quejaba de que su mujer estaba más tiempo fuera de la alcoba que en ella, y la llamaba a cada instante. «Gracias a Dios, hija, que pareces por aquí. Ni siquiera me has dado un beso. ¡Qué día de boda, hija, y qué noche!
No... recógete el pelo con una redecilla, con una cinta... Así estás muy bien... estás mejor... con esa melena alborotada... Pareces una Herodías que hay en un cuadro de Palacio... Vamos, avíate... súbete esos pelos... Mira que es muy tarde... A ver, yo te ayudaré. Sentose Refugio, y la Bringas le arregló la abundante cabellera en un periquete.
«Estás, estás... le dijo turbado por la emoción , que pareces una diosa... Vengan las duquesas a tomarte por modelo... ¡Riquín!, hijo mío, sol, dame más besos... ¡Bendita sea tu madre!». Mucho se alegraba también Isidora de ver a su padrino; pero un asunto urgentísimo les separaría muy pronto. «¿No viene hoy ese bruto? dijo Relimpio. No; hoy habla en el Congreso.
Además, yo tengo respeto a la familia y no quiero condenar a mi pobre mamá a andar errante por toda la eternidad, como en otro tiempo. Los gemidos de mamá son extremadamente penosos. Debieras estar acostumbrada sin embargo, Francisca. No pareces satisfecha más que cuando gime tu madre. A mi pobre mamá le gusta eso.
La misma frescura, igual esbeltez, robusta y fuerte; idéntico fuego de arrogante vitalidad en sus ojos verdes. Parecía que al arder en incesante llama de pasión, en vez de consumirse se endurecía, haciéndose más fuerte. Su mirada abarcaba al diputado con una curiosidad irónica. ¡Pobre Rafael! siento no poder decirte lo mismo. ¡Cuán cambiado estás! Pareces un señor casi venerable.
Palabra del Dia
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